100 días

El 10 de enero se cumplirán los primeros cien días de la administración de Claudia Sheinbaum y, como era de esperarse, parece inmovilizada en un marasmo entre la herencia recibida y la incapacidad, propia y del equipo, para diseñar, formular y ejecutar un proyecto de gobierno consistente para afrontar los graves problemas por los que el país atraviesa.

El primero de ellos sigue siendo, sin duda, la pérdida de brújula ante el problema de la inseguridad, la violencia y el crimen organizado que mantiene a varios estados como Chiapas, Guerrero, Guanajuato y desde luego Sinaloa casi en la condición de estados fallidos. A los más de 200 mil muertos que dejó regados por todo el país el gobierno de López Obrador, ahora hay que añadir que la violencia cotidiana ha alcanzado ya una percepción escandalosa a nivel internacional. 

Por ejemplo, una prestigiada organización no gubernamental (ACLED) publicó hace días su informe de 2024 donde coloca a México como el cuarto país con el nivel de conflicto más extremo en el mundo, solo detrás de Palestina, Myanmar y Siria. Esta organización, que monitorea la violencia extrema en el mundo, subraya que México es el segundo más peligroso para la población civil, el cuarto con más divisiones entre sus grupos violentos y el séptimo más mortal (el primero es Ucrania). Con la excepción de la presencia de funcionarios federales en Sinaloa, da la impresión de que el gobierno no sabe a ciencia cierta qué hacer y cómo reaccionar, y no deja de ser bastante raro que, a diferencia de los años anteriores, las fuerzas armadas han decidido bajar su perfil público como para dejarle toda la responsabilidad a las autoridades civiles. 

Es decir, el mensaje de los verdes es claro: “si fallan, será culpa de ellos no de nosotros”.

El segundo es que todo parece indicar que la economía seguirá sin crecer. En los 15 principales países del continente americano, México será el que registre el crecimiento más bajo, de apenas 1.2%, mientras que Brasil, Argentina o Costa Rica lo harán dos y hasta casi cuatro veces más (OCDE y CEPAL). Esto anticipa dos cosas. La primera es que la creación de los empleos formales, nuevos y bien pagados que necesitamos mostrará un incremento muy modesto, y la segunda es que al haber menos movimiento económico, la recaudación de impuestos será menor, el gobierno se verá obligado a endeudarse más y a quitarle dinero a sectores estratégicos como la salud, la educación o el agua, para poder seguir comprando clientelas políticas y electorales a través de los llamados programas sociales, los cuales, a corto o mediano plazo, se han vuelto una trampa porque ni con tres mil pesitos mensuales ni con becas sin ton ni son alcanzará para dotar a las familias de una muy buena educación o muy buenos servicios de salud, que son aquellos aspectos con los que de verdad salen adelante las personas.

El siguiente frente, mucho más delicado, es que el gobierno no sabe bien a bien cómo responder a un tema infinitamente más enredado para su propia estabilidad y para la seguridad nacional:  qué hacer con las fuerzas armadas, las cuales se acostumbraron los últimos años a tener más poder, más control de negocios públicos y sobre todo más dinero prácticamente sin una fiscalización civil realmente exhaustiva. Suponer, por tanto, que del poder que ahora tienen volverán a tareas más modestas es muy dudoso.

Finalmente, la nebulosa más complicada es el gobierno de Trump que iniciará el 20 de enero. Por ahora, es difícil especular, pero lo que sí es seguro es que obligará al gobierno mexicano a dedicarle a esa relación la mayor parte de su tiempo, en demérito de otras urgencias y prioridades. Se vienen tiempos muy difíciles y como dirían las abuelas, esperemos que Dios nos agarre confesados.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión. 

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