68 Aniversario del voto femenino

 

La mañana del 3 de julio de 1955 por vez primera en la historia de nuestro país, las mujeres enfilaron sus pasos rumbo a la urna electoral para elegir a diputados federales que integrarían la XLIII Legislatura; ejercer el derecho al voto fue una conquista de comprometidas sufragistas del mundo entero que jamás se dieron por vencidas ante la negación del voto femenino por discriminación de género.

 

Fueron décadas de lucha en nuestro país, destaca la Liga Panamericana de Mujeres que, en 1923, envió la petición de Igualdad de Derechos Políticos entre hombres y mujeres al Congreso de la Unión, pero la aprobación de la iniciativa de reforma al artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos llegaría 15 años después, durante el gobierno del General Lázaro Cárdenas pero jamás entró en vigor, tuvieron que pasar otros 15 años y la movilización de más de 20 mil mujeres en el Parque 18 de marzo, de la Ciudad de México, para que por fin, el 17 de octubre de 1953, Adolfo Ruíz Cortines plasmara en la Constitución los derechos de las mexicanas a votar y ser votadas. Cabe mencionar que México fue de los últimos 5 países pertenecientes a la ONU que legislaron al respecto.

 

Tras padecer la exclusión estructural de las mujeres en una sociedad que no nos consideraba aptas para la política, aún tuvieron que pasar 24 años, después de haber adquirido el derecho a ser votadas, para que una mujer, Griselda Álvarez, se convirtiera en la primera mujer Gobernadora en el estado de Colima.

 

No fue sino a partir de la Reforma Constitucional en materia de Paridad, propuesta por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que los cambios se profundizaron. En este sexenio hemos alcanzado la paridad en 29 legislaturas estatales, así como el mayor número de gobernadoras en la historia del país, con nueve mujeres, pronto serán diez, al frente de gobiernos estatales. 

 

Hoy quiero recordar el exhorto que hice en noviembre de 1991, en el estado de Oaxaca, cuando apenas iniciaba mi incursión en la vida pública.

 

“Quiero convocar a la mujer mexicana a pasar de la servidumbre voluntaria, a la rebelión consciente, de la impotencia aprendida, a la capacidad creadora, de la dependencia vital, a la autosuficiencia; solo así será factible vencer el miedo y las impotencias, solo así, podremos irrumpir auténticamente las mujeres en política para que surja el liderazgo femenino que esperamos, que hoy, en otras naciones, es una contribución de las mujeres a la cultura política de sus pueblos.

Por la tierra, por la casa, por la defensa de la vida, por la herencia cultural y por la democracia las mujeres nos iremos conformando en las protagonistas que rescatemos del olvido nuestras capacidades, para integrarlas a la memoria colectiva y que de una vez por todas desaparezcan opresión y discriminación, más temprano que tarde una mujer ocupará la presidencia de la República y cambiará a México”.

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