8M en la calle, la red y los medios
Los movimientos sociales no surgen en el vacío. Son la respuesta a las injusticias en el mundo. No se limitan a la protesta, aunque esta es la parte más visible, como una punta del iceberg. Tomar la calle es hacer visibles las problemáticas que, desde entornos ajenos y/o privilegiados, no se ven.
Las marchas del 8M toman las calles en todo el mundo para denunciar la opresión hacia las mujeres, visibilizar las violencias que nos atraviesan, pero también para construir juntas la esperanza de un mundo mejor.
Para las mujeres, esta visibilización cobra sentido también porque el espacio público urbano ha estado históricamente pensado para hombres, mientras que se ha asumido que el espacio de las mujeres es el privado. Tomar la calle juntas es también ocupar un espacio en el que no se espera que estemos.
Marchan las madres, hermanas, hijas y amigas de las víctimas de feminicidio y desaparición, con el dolor y la impotencia a cuestas; marchan las víctimas de otras formas de violencia y quienes les acompañan; marchan mujeres mayores, que conocen el largo trecho que hubo que recorrer para tener derechos; marchan mujeres muy jóvenes, que están descubriendo el mundo y sueñan que este sea un espacio seguro; marchan las que cantan, marchan las que hacen iconoclasia, marchan las que cuidan a los contingentes. Marchan las que, como yo, tardaron en asumirse como feministas porque los propios privilegios no les dejaban / no nos dejaban ver que no hay piso parejo para todas.
Aunque hay varios feminismos, en la marcha somos y estamos juntas frente a una sociedad que se vuelve indiferente y a gobiernos que prefieren atrincherarse tras las vallas que proteger a las mujeres.
Con todo lo que se comparte en redes sociodigitales, la marcha no sólo se da en las calles, circula también en las historias y publicaciones. Ahí es interesante cómo se expresan las experiencias y las solidaridades, pero también es lamentable cómo estas expresiones se topan con discursos de odio, en los que la iconoclasia les parece más grave que el feminicidio.
Las marchas también circulan en los medios. Estos juegan un papel clave. La repetición de estereotipos, la invisibilización y la criminalización del movimiento sólo contribuyen a profundizar las violencias contra las mujeres. Por eso son tan importantes las representaciones justas en los diferentes contenidos mediáticos, el periodismo con perspectiva de género y usar la voz quienes tenemos un micrófono abierto.
Marchar es seguir nombrando a las que ya no están, es exigir justicia, es recordar la enorme deuda que la sociedad tiene con todas, es buscar un mundo más justo para todas y todos.
Marchar también es recordar que los derechos que tenemos ahora se los debemos a varias generaciones de mujeres que lucharon por conseguirlos y, en ese sentido, lucharon por nosotras sin conocernos.
Marchar es recordar que, como dice Florence Thomas, "una se hace feminista con su propia historia".
Marchar también es mi manera de agradecer a las mujeres que son o han sido parte de mi historia, como la primera amiga que me prestó un libro sobre feminismo, la que me invitó a un proyecto, la que me abrió la puerta para asumir posiciones de liderazgo, las que me han acompañado, las que he acompañado, las que me ayudan a ver las asimetrías sin descalificar, las que me enseñaron qué es la sororidad y la que me educó para ser libre y me enseñó que las mujeres tenemos derechos.
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.
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