Ahogado el niño, tapar el pozo
La lamentabilísima desgracia del convoy ferroviario que arrolló una pipa cargada de diesel ha propiciado, además de la sorpresa y consternación por el incidente, respuestas solidarias ejemplares, actuación de las autoridades para muchos, más allá de la discreción y comentarios de la más diversa índole en las llamadas redes sociales.
Me llamó la atención en particular la posición de algunos integrantes del partido político oficial y de muchas personas que pretenden desviar la responsabilidad penal del conductor de la pipa y civil de la empresa, su patrona, para apuntarla a la gobernante del estado y al presidente municipal, a partir de infundios, falsedades y razonamientos falaces. Me parece que vale la pena precisar algunos puntos.
Todo conductor que haya obtenido su licencia legalmente sabe que debe hacer alto total antes de cruzarnuna vía del tren. Toda persona que haya cruzado alguna vez una vía habrá visto esa advertencia. El automovilista, con mayor razón el chofer que es un profesional del volante, debe detenerse totalmente, no importa si no oye o si no ve al tren. Debe detenerse y cerciorarse de que no venga un convoy. La excusa desesperada de no haber oído el silbato no tiene ninguna relevancia, él debió detenerse y no lo hizo.
El argumento de la falta de señalización es una falsedad y algunos la mencionaron irresponsablemente. En las múltiples grabaciones de la tragedia se aprecian las señales indemnes, otro signo de que no hubo explosión sino un flamazo. Afortunadamente, después del infortunio, no hubo explosión, la onda expansiva sí que hubiera provocado muchas muertes. La dispersión del diesel combustible encendido provocó los incendios que en pavorosa cadena afectaron muchos hogares.
En mi opinión hubo muchos héroes, en la población, en los vecinos y en los cuerpos oficiales de seguridad, protección y auxilio en emergencias. Tenemos muchos héroes y un solo villano que con su negligencia criminal provocó la tragedia. La vía tiene más de cien años en ese lugar. El chofer lo sabía y había pasado multitud de veces. La impresionante grabación desde la cabina de la máquina muestra sin ninguna duda que el chofer no cumplió con la obligación de detenerse.
Hay, sin embargo, en mi opinión elementos que propiciaron la ocasión y que sí son competencia de la autoridad, hay un desorden generalizado en el tránsito, hay una grave falta de educación física y hay, aquí engramos los ciudadanos, una grave falta de responsabilidad y civismo de una gran parte de los conductores.
Es todo por hoy, hasta una próxima, si la hay.
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