Antinatura
En las discusiones es común que la naturaleza se use como sustento para argumentar contra la diversidad sexual y de género, afirmando que su existencia, relaciones y prácticas son contrarias al orden instaurado por la misma.
Se considera “antinatural” lo opuesto a este orden, como si tuviera que ser estrictamente obedecido, razón por la que dicho calificativo tiende a juzgar si algo es bueno o malo según su grado de semejanza a éste.
En su estado natural, los seres vivos cumplen un ciclo vital trazado por el instinto: nacen, crecen, se reproducen y mueren. En el reino animal, hembra y macho se relacionan con el propósito de asegurar la supervivencia de su especie mediante un mecanismo reproductivo que exige la oposición sexual de sus integrantes.
En cambio, entre el nacimiento y la muerte del ser humano tiene lugar una sucesión de procesos en donde las personas reciben un nombre que después aprenden a pronunciar, adquieren consciencia de sí mismas, desarrollan una personalidad con base en factores internos y externos, y una identidad que tiene como principio fundacional el género asignado al nacer que, en última instancia, se convierte en una elección como tantas otras que se toman en el camino hacia descubrir quién se es. También suele elegirse con quién compartir miedos y anhelos, domingos y fechas importantes, el pasado y el futuro, es decir, la existencia misma; el enamoramiento y sus pulsiones fugaces, el erotismo indefectible, el intercambio psíquico y la convivencia, a veces conducen al establecimiento de un proyecto en común que puede o no contemplar el tener descendencia entre sus posibilidades.
Apelar a la naturaleza para explicar lo que es moralmente correcto constituye una falacia —argumentum ad naturam— pues el amor es algo tan innatural como las artes, las religiones y los gobiernos, constructos sociales, pero ésta se argumenta en forma selectiva para juzgar distintos fenómenos. En realidad, los conceptos “natural” y “antinatural” tienen más que ver con una posición ideológica que con la biología; una postura que se viste de ciencia para expresar rechazo a ciertos grupos.
A casi un año de la muerte de le magistrade Ociel Baena, organizaciones civiles proponen declarar el 13 de noviembre como el Día Contra la Violencia a Personas No Binarias en memoria del activista, quien se convirtió en una de las primeras figuras de este sector en obtener un cargo público en el Tribunal Electoral del Estado de Aguascalientes. Es también un llamado a “desnaturalizar” el esquema mental donde caben sólo dos géneros de cuya unión resulta la única forma válida en que las personas pueden vincularse sexual y afectivamente.
El reconocimiento a las distintas realidades que nos rodean es la llave a la garantía de derechos históricamente reservados a la población heteronormada, los derechos a la identidad, a la expresión de género, a una vida libre de violencia y discriminación; al matrimonio, la adopción, el trabajo y la participación política, mismos que no deben ser un privilegio de mayorías, con base en ideas estigmatizantes.
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