Autoritarismo democrático

En una colaboración reciente a un medio de comunicación, el Dr. Germán Teruel Lozano, doctor en Derecho Constitucional, profesor de la Universidad de Murcia, nos recordaba cómo hace 30 años el eslogan de la campaña política de Bill Clinton frente al de George Bush, iba en el sentido de que lo relevante para los norteamericanos, en ese momento, era la economía, y todos recordamos aquella frase, que fue repetida constantemente en los medios de comunicación, donde se decía: “It’s the economy, stupid!”, es decir, “Es la economía, estúpido”, la que hace funcionar al régimen democrático de los Estados Unidos.

Eso es cierto, todos los mexicanos sabemos que si nos acercamos a un supermercado, al lugar donde hagamos nuestras compras de la canasta alimentaria básica de todos los días, pues hemos visto constantemente los incrementos provocados por la inflación en ciertos productos específicos, que desde luego duelen a nuestros bolsillos, y que a lo largo del día nos hacen decir que evidentemente la economía familiar está sufriendo impactos importantes en el bolsillo de cada uno de los mexicanos.

Sin embargo, el mismo profesor reflexiona cómo este dato específico de la economía que impacta el bolsillo de los ciudadanos, no es igualmente significativo con el deterioro del Estado Democrático de Derecho, eso es algo mucho menos evidente, las personas no estamos acostumbrados a verlo, sobre todo si la propaganda política trata de destacarnos, todos los días, que la economía no va del todo mal, ahí tenemos el dato del empleo de México, cuando en realidad poco más del 55% de los mexicanos empleados, lo hacen en la economía informal, es decir, no gozan de las prestaciones de Seguridad Social o Prevención Social, que todo trabajador debería tener. Por eso creemos que la economía va muy bien, la propaganda oficial así nos lo señala, cuando se contrasta claramente con el supermercado, con el lugar donde hacemos las compras cotidianas de nuestra canasta para comer en cada una de nuestros hogares.

En México, habíamos alcanzado a embozar un Estado Democrático de Derecho que nos permitió entrar en una modernidad y en un reconocimiento internacional, de un papel fundamental que México jugaba como una nación, en días, claramente, de una transición democrática; sin embargo, en los últimos tiempos estamos claramente, como se dice en el artículo del profesor Teruel, empedrando el camino hacia el infierno de una democracia degradada. Claro que esta situación de un camino empedrado en la democracia, nos lleva a una degeneración de largo plazo, en buen medida es representada por la crisis de los partidos políticos que olvidaron su función, como guardianes de la democracia y vehículos para canalizar la participación política, y se convirtieron en voraces depredadores, colonizando todo el espacio de poder, no sólo institucional, sino también social, económico y así sus tentáculos se han ido alargando a lo largo de la vida cívica del país. 

En su libro, Levinsky y Ziblatt, que ya es un ensayo célebre de “Cómo mueren las democracias”, se dice que estamos sufriendo un proceso de degeneración en el que los dos guardianes de esta democracia se han visto poco a poco mermados. En primer lugar, la tolerancia, un respeto mínimo al adversario que permite mantener la concordia en la vida cívica del país, también, se impone un estado de excepción comunicativo, donde se banalizan los conceptos y las vicedegrada el lenguaje, por ejemplo, el utilizar este discurso que presenta una clara polarización, en donde hay unos culpables de todo y nosotros somos los hacedores de todo lo bueno que ocurre en el país, eso no es cierto y no nos lo podemos creer, a lo largo de los años todos han aportado algo para vivir en México que tenemos hoy en día, y también todos han aportado algo para destruir las instituciones sólidas que se han ido creando a lo largo del tiempo.

Este discurso de Estado de excepción, sirve para señalar a los enemigos políticos, negándoles su derecho a ser escuchados, como si ya cualquier intervención de ellos tendría el grado de destruir la democracia. ¿Y qué es lo que vemos? Bueno, vemos propuestas como la terna a la Suprema Corte de Justicia del presidente de la república, donde es una terna claramente partidista con poca experiencia de carácter judicial, cuyo único propósito es imponer un criterio al Poder Legislativo, evitando que este ejerza autónomamente sus propias facultades, o vemos la situación que ocurre en Nuevo León donde el gobernador trata forzadamente de proponer al interino que deberá cubrirlo en su licencia para buscar la presidencia de la república, alejándose, por supuesto, de las disposiciones constitucionales del Estado del propio Nuevo León, es decir, el político trata de pervertir la norma para solamente aplicarla en su beneficio, creando graves perjuicios al Estado Democrático que se vive en el país.

Todas estas decisiones son de trascendencia constitucional y debería permitirse el diálogo, la concordia, la tolerancia, la comunicación y el consenso para ir logrando avanzar en la democracia, y no tener un ejercicio del poder destructivo, claramente autoritario, que trata de imponer decisiones.

Hoy día estamos viviendo una autoritarismo democrático en muchas de las entidades del país, lo vimos aquí mismo en Aguascalientes a propósito del Poder Judicial, lo vemos en Nuevo León con el gobernador interino, o lo vemos en el gobierno federal con sus decisiones de militarización o de imponer un control hacia la Suprema Corte de Justicia. 

Ojalá los mexicanos nos demos cuenta de que este autoritarismo degrada la democracia, destruye las instituciones y nos va a costar mucho trabajo volverlas a restablecer y llegar a este grado en donde México era reconocido como una nación claramente en días de una vida democrática amplia y generalizada.

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