Brasil: la raza cósmica
Brasil es un continente en sí mismo con una superficie de más de 8 millones y medio de kilómetros cuadrados, es el quinto país más grande del mundo con una de las poblaciones más heterogéneas del planeta y una masa natural que no por nada le llaman "los pulmones de la Tierra", basta decir que toda Europa Occidental cabe en su "panza" y tiene una singular historia atípica para nuestro continente: fue la única colonia en la que el rey de Portugal, Pedro I, se trasladó a principios del siglo XIX a raíz de la invasión napoleónica, provocando, poco tiempo después, que la metrópolis fuera Brasil y Portugal la colonia hasta la independencia en 1824 y el derrocamiento de la monarquía en 1884.
Tuvieron que pasar, como buena parte de los países colonizados, por la abolición de la esclavitud, la Declaración de la Independencia, golpes de Estado, proclamación de la República y la instauración de su bandera.
"Orden y progreso" clama su lábaro patrio, lema del positivismo de Augusto Comte, el cual sostenía el amor por principio el orden como base y el progreso como fin En función de una nueva sociedad y Brasil sin duda lo tiene todo para hacerlo es más la raza cósmica de José Vasconcelos está inspirada en este país.
Brasil estuvo bajo un régimen militar lo hace mucho, de 1964 a 1985, y como es obvio, el asedio castrense siempre está presente; hoy en día vive como una de las tantas naciones divididas en dos frentes extremistas, pedagógicamente se entienden como conservadores de derechos y socialistas de izquierda, así se simplifica el asunto y se evitan mayores discusiones de carácter teóricos.
No obstante lo ocurrido el domingo pasado es una provocación que va allende las fronteras, la exigencia de esa prole descerebrada era y es la intervención militar urgiendo un golpe de Estado, ¡vaya ocurrencias! es como pegarse un balazo en el pie.
Extrañamente el Ejército no intervino, solo la Policía Nacional, para disuadir y controlar el lamentable episodio; en tanto el líder del movimiento social, Jair Bolsonaro, recordemos exmilitar retirado, comía pollo Kentocky de recetas secreta en algún lugar de Miami, Florida.
Las redes se encendieron y hubo varios que recordamos el suceso nacional en 2006 en el que sí estuvimos al borde del caos por la imposibilidad de la toma de protesta de Felipe Calderón de las manos de Vicente Fox; esas escenas, en efecto, fueron según creo más graves y delicadas que la mera ocupación de inmuebles vacíos por miles de manifestantes.
En México la bronca la teníamos dentro del Congreso, las curules volaban y los manotazos se cruzaban entre legisladores, las imágenes nos muestran a nuestros diputados, particularmente Antonio Ortega, zangoloteando a más de dos panistas.
La crisis constitucional estuvo al borde; eso ya es historia y vaya que sí cambian los tiempos.
En el México del 2006, lo recuerdo bien, fue uno de los momentos más graves de la historia patria, la diferencia entre uno y otro de los candidatos era menos de medio punto, en rigor, se debió ir a un desempate, una segunda vuelta, pero como no lo contempla nuestra Constitución, se cuajó el fraude y se impidió el paso a la izquierda con la repercusiones y efectos que hoy padecemos.
Si bien es cierto que la toma de reforma fue alucinante, en especial para los capitalinos, no me quiero imaginar lo que se hubiera producido en otro país con estas mismas causas, con estos mismos resultados.
En México al menos no hubo muertos; lo que quiero decir simple y llanamente es que a pesar de las llamaradas de ataques fulminantes entre los dos bandos en nuestro país, empezando por el presidente, quien es un especialista en azuzar a sus contrincantes, somos una nación que conoce el valor de la estabilidad democrática y reconoce la paz social.
Los peores conflictos sociales se desprenden por regla general en temas postelectorales. Hace dos años Trump incitó la toma del Capitolio aludiendo un fraude electoral y poniendo al sistema yanqui de cabeza, un verdadero desafío que culminó en crimen, el mismo alegato se produce en Brasil por parte de los rastreros de Bolsonaro, pero en ambos casos la diferencia era y fue lo suficientemente amplia para no armar tanto borlote, en ambos casos la figura de Steve Bannon ha sido puntual, incluso también influyó en el Brexit y no dudo que hoy en día sea el consejero de el príncipe Harry.
La estrategia de Bolsonaro y Trump le salió por la culata, error grave que logra alinear a todas las democracias, condenando este tipo de movimientos, tachando los de fascistas, que en realidad no lo son ni lo sabe, si acaso son ultranacionalistas autárquicos y este fenómeno, por desgracia, se difunde tanto más rápido que el COVID; los ultras, ya sean de un lado del otro, no dejan de ser sociópatas desubicados, incapaces de cuestionar o cuestionarse su culto al líder.
Así pues, entender la importancia de un órgano autónomo y ciudadanizado que validen las elecciones es y será una garantía social, y reforzando desde luego por un tribunal de Estado; la lucha y edificación de la democracia es continua y permanente, lo crítico y penoso es constatar el alto porcentaje de abstencionistas, que para efectos prácticos son unos inútiles y ponen el sistema en riesgo por su desdén, displicencia e ignorancia; de tal modo que vistos los acontecimientos en otras latitudes, defender al INE, ahora más que nunca, es vital para la salud de la República vote o no vote, así de simple.
Por otro lado, inició la cumbre de Norteamérica, de la cual, tenga usted la certeza, se sienta la salida de López Obrador y el ingreso de valla usted a saber quién, pero para Claudia el choque del Metro justo ahora no es buena señal.
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