Con razón, nos la rayaron

El día 8 de marzo ha cobrado relevancia en los últimos años en nuestro país y a nivel global. Recordemos que esta conmemoración tiene su origen en hechos históricos como el de 1911 en donde falleció un grupo de mujeres en un incendio en una fábrica en Nueva York.

Nueva Zelanda fue el primer país en permitir el voto de la mujer en 1893; durante todo el siglo anterior se realizaron manifestaciones históricas, como la de 1917 durante la revolución rusa, para la búsqueda de la igualdad en el ámbito del trabajo y de los derechos como el voto. Fue hasta 1975 que la ONU comenzó a conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

En 1995, la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en China, logró reunir a más de 30 mil activistas, derivando en la declaración de la Plataforma Beijing, en donde representantes de 189 gobiernos se comprometieron en avanzar en 12 esferas en torno a diversas problemáticas que limitaban el empoderamiento de las mujeres, partiendo de una vida libre de violencia, acceso a educación, participación en las decisiones y tener una igual remuneración por el trabajo. 

Aunque este evento fue detonador de mayor voluntad política y visibilidad mundial, el avance ha sido dispar en los diferentes países.

En México, por cada 100 pesos que un hombre recibe por un mismo empleo, la mujer recibe 86 pesos; hay entidades como Oaxaca, Colima e Hidalgo donde la brecha es mayor.

Es razonable que a un mejor desempeño pueda obtenerse un ingreso mayor, sin distinción de género, pero es innegable que existen aspectos culturales y sociales, que pueden poner a las mujeres en desventaja, tanto en el ámbito familiar como en el trabajo.

Durante la pandemia, 9 de 10 cuidadoras de estudiantes en los hogares fueron mujeres.  Otro factor es que pueden acceder a jornadas más cortas y con mayor propensión a la informalidad; por otro lado, las horas dedicadas al trabajo en casa no son remuneradas, por lo que tienen menores posibilidades de ingresos.

En contraste, hay sectores como el de la construcción y los servicios inmobiliarios, en donde aunque su participación es menor, su salario es mayor al de los hombres, dado un mejor nivel educativo.  Sin embargo, en promedio solo 2 de cada 10 estudiantes de ingenierías son mujeres, que son las carreras mejor remuneradas.

Los datos de diversos estudios y encuestas son reveladores, en relación a que mayor desarrollo no necesariamente se refleja en mejores condiciones para las mujeres. Datos de la Organización Internacional para el Trabajo indican que Reino Unido es uno de los países con mayor desigualdad salarial, al igual que Japón.

Mientras que, en nuestro país, 70% experimentaron algún tipo de violencia durante su vida y 43% durante los últimos 12 meses, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares.

La Ciudad de México y el Estado de México ocupan los primeros niveles en competitividad e ingresos, pero también en la prevalencia de violencia contra las mujeres. En contraste, Chiapas, que se relaciona con mayor pobreza, presenta menores niveles de violencia.

Mientras que Aguascalientes, con un 72.8%, ocupa el cuarto lugar nacional en mayor violencia contra las mujeres a lo largo de la vida, y el tercer lugar en experimentar algún tipo de violencia como psicológica, física, económica o patrimonial durante los últimos 12 meses.

No debe haber duda del derecho legítimo de manifestarse por sus derechos, puede haber diferencias en las formas, algunas lo hacen a través de pintas en las plazas centrales, con estos resultados todavía hay hombres que se preguntan: ¿por qué nos la rayaron? 

Los que tenemos mujeres a nuestro lado que se han roto el techo de cristal, superando todas las brechas, queremos hijas empoderadas, independientes y, sobre todo, libres de violencia.

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