Constitución en proceso
Ayer se cumplieron 106 años de la promulgación de nuestra Constitución, una constitución del llamado tipo rígida, que significa que su modificación no es fácil, requiere que la mayoría absoluta de los integrantes de cada una de las Cámaras, diputados y senadores, aprueben la modificación, además, debe ser aprobada por la mayoría simple de las legislaturas de los estados, suena complicado, sin embargo, nuestra Constitución, que tiene 136 artículos, ha sido reformada 716 veces en el tiempo que tiene de vida y ha crecido más de cinco veces, de 21 mil 382 palabras que tenía originalmente, actualmente tiene 111 mil 783, en promedio, cada artículo ha sido reformado 5.26 veces, lo que indica claramente, contra lo que nos han hecho creer, que sin duda se trata de una de las peores constituciones jamás hechas.
Los diputados constituyentes ya no la reconocerían, yo que hice mi especialidad en derecho constitucional, la veo tan cambiada que muchas de las cosas que aprendí he tenido que olvidarlos, otras replantearlas, y muchas más, conocerlas y aprenderlos desde el “Hola, hola” y amasijo en que se ha convertido y está plagado de contradicciones, de confusiones, de ideologías incompatibles y de relaciones tan diversas que lo han transformado en un instrumento de consulta difícil y de complicada aplicación, lo que ha dado también como resultado una carga de trabajo muy pesada para los jueces constitucionales, agreguemos que a partir de las reformas de 2011, la Norma Suprema ya no es solo un instrumento llamado Constitución, sino que ahora es un bloque de constitucionalidad, integrado además, por los tratados internacionales, los presidentes, los principios, criterios y opiniones jurídicas, que la Suprema Corte considera que deben integrarse, lo que hace que se vuelva cada vez más complejo conocer y aplicar lo que llamamos Norma Suprema.
Hay algo que los tribunales constitucionales tienen la facultad de oponer a las normas, los principios que consideran aplicables, que eventualmente en un ejercicio de ponderación pueden derrotarlos, con la consecuente inseguridad, porque ningún ciudadano puede tener la certeza de que la norma complementa su derecho.
Hace algunos años, el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, planteó la necesidad de hacer una nueva Constitución, luego de una gran y profunda consulta popular. El ministro, Diego Balaguer, propuso rescribirla para eliminar contradicciones estructurales. La realidad es que ahora es justamente malo y farragoso.
Es todo por hoy, hasta una próxima, sí la hay.
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