Cualquiera de nosotras

Mi hija y yo hacíamos el mandado cuando Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la primera presidenta de México. Desde la fila de una tienda de conveniencia alcanzamos a ver su investidura en una tablet sobre el mostrador, tras haber ganado las elecciones del 2 de junio de 2024, un hecho sin precedentes en más de 200 años como nación independiente. No llego yo, llegamos todas, sostuvo, y en ese momento, me hubiera gustado decir a mi hija y a la joven que cobraba y a las mujeres que conformaban la hilera en su totalidad, que ella es la primera entre nosotras, pero cualquiera podría ser la siguiente. 

Me hubiera gustado decirlo, porque las mujeres hemos sido excluidas del poder y los procesos de toma de decisiones, y para que el sexenio 2024-2030 fuera encabezado por una, tuvieron que establecerse medidas graduales y cada vez más estrictas para compensar la desventaja de género, desde la aplicación de cuotas hasta el reconocimiento constitucional del principio de paridad (2014) y paridad en todo (2019) que obligan a repartir equitativamente candidaturas y nombramientos de gabinete. 

Entramos a una era del Estado mexicano en que los tres Poderes de la Unión —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— son liderados por mujeres como Claudia Sheinbaum, Ifigenia Martínez y Norma Piña, respectivamente. Sin embargo, su presencia por sí sola no es suficiente para alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades. 

Para la politóloga Hanna Pitkin, representar significa hacer presente a alguien que literalmente no lo está y actuar conforme a su interés de una manera responsable (1967). La representación política es un rasgo que caracteriza a nuestra democracia, donde la ciudadanía delega su poder soberano a un grupo de personas electas por medio del voto, quienes ejercen autoridad bajo el supuesto de actuar según la voluntad popular. 

La participación de las mujeres en cargos públicos se considera importante para asegurar la representatividad de su población en el gobierno, una población diversa y atravesada por desigualdades tan diversas como nosotras. En esa lógica, el acceso a cargos de representación debe entenderse como un derecho político-electoral, pero también como una herramienta para lograr la justicia social. Las mujeres en el poder pueden llegar a ser un referente para las nuevas generaciones porque demuestran que es posible participar en todos los sectores de la sociedad. Llegar todas –ancestras e hijas– es más que nombrarlas, es importante la corresponsabilidad.

Me hubiera gustado decir a mi niña y a la joven cajera contando monedas en día de descanso nacional y a las mujeres en la fila que cualquiera de nosotras podría ser la siguiente mandataria, derribada la barrera del género; pero no cualquiera, en tanto sigan alzándose las de clase, discapacidad, orientación sexual, origen étnico. En la política y en todos los ámbitos de la vida, hay otros techos de cristal por romper y, hasta entonces, no cualquiera de nosotras.

Referencias

Pitkin, H. (1967) El concepto de representación. Berkeley, University of California, Press.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión. 

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Hilda Hermosillo Hernández
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Hilda Hermosillo Hernández, Opinión, Columnista BI

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