Desinformadas, no informadas o selectivamente informadas: las audiencias ante los asuntos públicos
Uno de los grandes problemas de nuestros tiempos es la desinformación, eso ya lo hemos dicho muchas personas, muchas veces, porque realmente nos está llevando a escenarios muy preocupantes. En esta ocasión les traigo algunos datos sobre Threatpie, un proyecto que se hizo en 2020 en la Unión Europea, para abordar las amenazas y potenciales del cambiante entorno de información política en las democracias de aquel continente. No estamos en la Unión Europea, pero hay mucho que podemos reflexionar a partir de los hallazgos.
Cuando hablan del entorno de información política se refieren a los modos en que se relacionan la oferta y la demanda de noticias y otros contenidos informativos sobre los asuntos públicos. En otras palabras, lo que ofrecen los medios de comunicación se encuentra con lo que las audiencias buscan. El estudio buscó dar respuesta a cuatro preguntas: ¿Cómo obtiene hoy la ciudadanía la información política y qué relación guarda ésta con sus actitudes y comportamientos políticos? ¿Cuál es el contenido y la calidad de la información a la que está expuesta la ciudadanía? ¿Dónde se encuentran las diferencias entre estar informado y no estarlo, en las sociedades europeas? ¿Cómo se puede capacitar a la ciudadanía para navegar y encontrar información valiosa?
Se asume que en los gobiernos democráticos debe haber una ciudadanía bien informada, con elementos suficientes para participar en los asuntos públicos. Los resultados del estudio que les cuento fueron muy interesantes, en tanto que permiten comprender el entorno en el que nos movemos, pero también preocupantes, ya verán por qué. De entrada, el equipo de investigación distingue entre la ciudadanía que está desinformada, no informada o selectivamente informada.
Comencemos por las audiencias desinformadas. Como ya les he contado en comentarios de otros momentos, en español empleamos el término desinformación, pero en inglés se usan dos: misinformation y disinformation. El primero se refiere a la información imprecisa, por descuidos atribuibles a la rapidez con la que se trabaja, pero sin una mala intención. El segundo se refiere a la información deliberadamente falsa, hecha con toda la intención de dañar la reputación de figuras públicas y organizaciones, o bien de alterar el resultado de algo, como por ejemplo las elecciones. En esta línea, en el estudio encontraron que las audiencias conviven cotidianamente tanto con información imprecisa como con información falsa, aunque no siempre tienen los elementos para distinguirla. Lo preocupante es que la desinformación es un catalizador para actores políticos radicales o extremos. Al mismo tiempo, esto erosiona la confianza en las y los periodistas y los medios de comunicación.
Vamos ahora a las audiencias no informadas. El estudio identificó grandes sectores que evitan intencionalmente las noticias, o bien que olvidan seguir las noticias. Las audiencias tienden a evitar las noticias cuando se sienten abrumadas por tanto contenido negativo, cuando sienten que informarse afecta su bienestar emocional, cuando sienten que no confían en las instituciones y figuras políticas o en los medios, cuando no entienden la información política. Por algún motivo, las personas no consideran que esto sea un riesgo para la democracia, pero lo es.
Pasemos ahora a las audiencias selectivamente informadas. Esto se refiere a audiencias que no consumen toda la información plural que podrían, sino que se enfocan en aquellas opciones que concuerdan con sus puntos de vista. Esto sucede por dos razones: porque las personas tienden a buscar información sobre los temas que les interesan en los medios que siguen; y porque, cuando las personas no buscan, sino que dejan que la información llegue a ellas a través de las plataformas digitales, entran en juego los algoritmos de recomendación. El riesgo aquí es que se generan cámaras de eco, donde sólo se escucha a quienes piensan igual, y polarización, donde predomina la lógica de unos contra otros.
Como decía al principio, no estamos en la Unión Europea, pero mucho de esto tiene sentido para entender cómo estamos y cómo llegamos aquí. Cada una/cada uno sabe dónde está en función de sus prácticas informativas. Para salir de los escenarios pantanosos hace falta que se articulen muchos factores, como un ejercicio responsable y serio del periodismo, voluntad de los actores políticos para el diálogo, alfabetización mediática informacional para las audiencias, en suma, mucha responsabilidad individual y colectiva.
Les invito a consultar más Información al respecto en el portal del proyecto THREATPIE: The Threats and Potentials of a Changing Political Information Environment, que está disponible en: https://threatpie.eu/
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.
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