Día del Ferrocarrilero

El pasado 7 de noviembre se conmemoró el día del rielero en México, creo importante dedicar este espacio a unos de los gremios y sectores que aportaron para la construcción de lo que es hoy Aguascalientes. 

Es importante contextualizar la importancia que tiene el ferrocarril en la construcción de las ciudades y sociedades modernas como la nuestra; remontémonos a la entonces pequeña provincia del centro del país, como lo describe Antonio López Matamoros y “La llegada del ferrocarril a Aguascalientes se orquestó gracias a la construcción de la vía del Ferrocarril Central Mexicano en 1884 con impulso del presidente Porfirio Díaz en su período (1877 – 1880). La ferrovía se montó entre distintos puntos logísticos de la república mexicana con la intención de generar una línea que cruzara del centro al norte del territorio nacional. La línea ferroviaria cruzaba los estados de México, Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, Coahuila, Durango y Chihuahua. Aguascalientes fue elegido debido a su ubicación geográfica y la posibilidad de ubicar ramificaciones a partir de la vía central que atravesaba la localidad.” (2020) con la llegada de este sistema de transporte se dio paso para que Aguascalientes estuviera en el mapa de la industrialización nacional, también destacando su principal ventaja y oportunidad su privilegiada ubicación, por ello “Para 1897, el Ferrocarril Central estableció en la ciudad su principal taller de reparación y mantenimiento de locomotoras y material rodante, el cual se terminó de construir en 1903, dando empleo a más de 1 000 trabajadores. Este giro en la vida industrial de la ciudad le significó un cambio radical.” (Barba, 2022) en menos de 20 años la pequeña provincia estaba entrando en una dinámica industrial y por consiguiente obrera que trastocaría profundamente.

La influencia de la cultura ferrocarrilera penetro en los primeros años del siglo 20 la dinámica del estado, desde su mimetización de los rieles que cruza de extremo a extremo la urbanidad de la ciudad, el silbato que se funde con el ruido y trajín de la urbe, cada que la máquina con sus vagones cruzan en medio de la cotidianidad diaria; pero también y tal vez más importante la relación de gran parte de los hogares que tuvieron un familiar, ya sea abuelo, tío o padre que trabajo en la empresa ferrocarrilera. Por otro lado, no solo la influencia económica por los empleos que ofertaba, sino por la derrama económica que generaba provocando comercio y pequeñas empresas familiares que surgieron alrededor de la economía que provocaba, como ejemplo los aguamieleros que venían en sus bicicletas desde la comunidad de Calvillito para ofrecerlo a los trabajadores del riel, las agencias de bicicletas para dar servicio al principal transporte de sus trabajadores, y hasta las cantinas que se instalaban por las principales rutas que recorrían los llamados rieleros, así como políticos, como muestra dos gobernadores del Estado tenían origen ferrocarrilero, Rafael Quevedo Morán (1929-1932) y Miguel Ramos (1936), el primero de ellos dirigente sindical. 

Pero las maquinas, las vías, los vagones y locomotoras no podrían entenderse sin el personal que las operaba, esos trabajadores que comenzaron a tejer relaciones laborales, que muchos de los casos se transformaban en amistad fraternal o hermandad gremial, que los llevaron a librar batallas de sector y transformarse en uno de los sindicatos obreros más importantes del país y la Sección Dos de Aguascalientes en ser columna del gremio. 

Hoy el ferrocarril y todo lo que implicó e implica parece menospreciado y marginado, los choques con el tren, el descuido y olvido de su historia, solo sirven, en el mejor de los casos, para el folclor de algún evento gubernamental, pero no con la trascendencia y el honor que merecieran. 

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