Doctrina Papal
Hace unos días, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico en el Vaticano, el líder de la iglesia católica dio su primer discurso ante el cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede. Esta representación suma a cancilleres de los 184 países con los que el vaticano mantiene relaciones consulares.
Este primer discurso dirigido a los gobiernos del mundo, cifró una declaración de partida sobre lo que será el pontificado de Robert Prevost: un papado que regresa al conservadurismo tradicional, mientras se lava la cara con palabras de aliento a las personas migrantes y depauperadas económicamente.
En su primer posicionamiento, Prevost adoctrina sobre dos puntos importantes: primero, el exhorto a los gobiernos civiles a que den validez únicamente a las uniones matrimoniales entre hombre y mujer; y, segundo, el exhorto a que las leyes civiles anulen los conceptos de interrupción legal del embarazo y eutanasia.
Textualmente dijo: “Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno… construir sociedades civiles… invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”. Prácticamente una calca de la decimonónica y rancia Epístola de Melchor Ocampo, desechada ya en nuestro país por anacrónica y marchita, pero que ahora regresa desde la iglesia como “recomendación” al gobierno civil, para desconocer y marginar a todo el amplio espectro de configuraciones familiares, especialmente a las de la diversidad sexual.
También declaró que los gobiernos civiles deben "favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano”. Dicho de otro modo, la iglesia se aferra a considerar al embrión como persona sujeta de derechos, lo que forzaría a maternidades no deseadas; y descartaría la posibilidad de que quienes tienen padecimientos terminales y sus familias puedan dejar de sufrir.
Pero ¿Por qué en pleno Siglo XXI deberíamos dedicar tiempo a lo que diga el líder de una creencia de fe rancia, que pertenece al ámbito de lo privado, y que cada vez pierde más practicantes alrededor del mundo? Porque la doctrina papal es seguida por legislaturas, magistraturas, y gobiernos civiles, incluso aunque esa doctrina sea restrictiva, regresiva, y atente contra los derechos humanos, y eso golpea a toda la ciudadanía, sea católica o no.
Por eso es importante separar a la iglesia del Estado; exigir gobiernos, legisladores, y jueces, que se mantengan apegados al gobierno republicano, democrático y civil. Así, el papa, o cualquier líder religioso podrá decir lo que guste, y los practicantes de tal o cual creencia podrían decidir si le obedecen o no en su ámbito privado; pero en lo público, la laicidad debe ser inviolable.
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