Educación social y emocional en nuestras escuelas, la empatía y la compasión
El estrés y la depresión son las grandes enfermedades del mundo actual.
Esta afirmación debe mover a la reflexión a todas y todos los que participamos en el quehacer educativo. Muchos de los antídotos para estos males, se encuentran en la educación socioemocional, que no es una moda, es una necesidad.
La educación socioemocional es un enfoque pedagógico que se centra en el desarrollo integral de la persona, implica comprender y gestionar las emociones, establecer relaciones saludables, tomar decisiones responsables, desarrollar la empatía y la compasión hacia los demás. Cultivar estas habilidades es esencial para la salud mental y el bienestar de las personas.
En el siglo XXI, con un entorno cada vez más complejo y dinámico, hacer un abordaje de estas habilidades desde la formación educativa es fundamental, y entre más temprana sea la edad, mucho mejor. Para ello, debe promoverse su integración sistemática al currículo, la cultura escolar, y la practica educativa. Esto implica, reconocer como sujetos de este enfoque a las y los integrantes de la comunidad educativa -alumnos, docentes, padres y madres de familia-, así como, su incidencia en los programas, el entorno, y los recursos del ejercicio escolar.
La implementación de este tipo de enfoque formativo proporciona a las y los estudiantes herramientas para enfrentar los múltiples desafíos de la vida real, resolver conflictos de manera constructiva, manejar el estrés, desarrollar la resiliencia, la tolerancia a la frustración, y a tomar decisiones informadas, lo que, sin duda, permitirá el desarrollo de seres humanos “funcionales” en el mundo. ¿Acaso el propósito del ser humano, no es alcanzar la plenitud y con ello, la felicidad? La educación debe ser entonces, el camino de la búsqueda constante.
Cuando el estudiante es consciente, comprende, y regula sus propias emociones, desarrolla la capacidad de “empatar” con los demás, ponerse en su lugar, en el diccionario de María Moliner, la empatía se describe como “la capacidad de una persona de participar afectivamente en la realidad de otra”. Es decir, la conciencia de la propia humanidad y la de los otros, la sensibilidad para ser compasivo, -que no debe interpretarse como lástima o caridad-.
La empatía es la base para la solución de conflictos, evita que se caiga en prejuicios hacia los demás, protege de la crueldad, ser empático no significa necesariamente estar de acuerdo con la otra persona, no establecer límites, o permitir abusos. En educación, promover la empatía, es promover la creación de comunidades escolares más inclusivas y solidarias, y puede resultar en un poderoso antídoto contra la violencia escolar, el acoso, el hostigamiento, y en la generación de entornos sanos, seguros y positivos para los estudiantes.
Por su parte, la compasión aflora sentimientos de bondad y es crucial para construir y mantener relaciones y desarrollar la conciencia social. Es el deseo de actuar para evitar el sufrimiento de otras personas cuando se enfrentan a él. La compasión es afectiva, “lo siento por ti”, es cognitiva “te entiendo”, y es motivacional “quiero ayudarte”. En educación, la compasión se enseña y se manifiesta cuando se da de sí, cuando como profesor/a se toma consciencia de la presencia de algún tipo de sufrimiento de los alumnos, se acerca a ellos, se les escucha, se indaga, se busca comprenderlos, cuando se abre la mente para su entendimiento, sin juicios, y cuando se desea y facilita su alivio con una palabra, una acción, una intervención; cuando se procuran actos de solidaridad, de compartir, de ayudar a los más necesitados. Porque la educación en si misma es un acto de amor.
La educación socioemocional no solo se trata de desarrollar habilidades sociales, sino que también está íntimamente relacionada con el éxito académico. Un estudiante que conoce su cuerpo, que es capaz de regular sus emociones, y de entrenar su atención, será un estudiante concentrando, enfocado, y por ende con mejor rendimiento académico en el aula.
Fuera de las aulas, en el mundo profesional, el mercado es cada vez más competitivo, hemos pasado de un entorno volátil, incierto, complejo, y ambiguo, a un mundo frágil, ansioso, no lineal, e incomprensible, donde sin duda las habilidades socioemocionales, como la inteligencia colectiva, la capacidad de construir en equipo, la resolución de problemas, entre otras, son altamente valoradas en el futuro del trabajo.
Hagamos conciencia, procuremos cada una y cada uno en nuestros espacios, desde nuestras responsabilidades, impulsar una educación socioemocional, practiquemos la empatía y la compasión, por las presentes y las futuras generaciones.
Nuestro país se está desangrando, desaparecen nuestras niñas y mujeres, perdemos a nuestros jóvenes, se nos está yendo de las manos.
Gracias a Emiliana Rodríguez y Ramón Barrera, por ser fuente de conocimiento e inspiración al escribir esta editorial.
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