El efecto Scully y las mujeres en la ciencia
Era 1993, Fox lanzó X Files / Los Expedientes Secretos X, una serie de ciencia ficción en la cual dos agentes del FBI investigaban fenómenos paranormales. Los personajes principales llamaron la atención por varias razones: Fox Mulder, interpretado por David Duchovny, tenía formación en psicología, creía y buscaba desentrañar esos fenómenos paranormales; mientras que Dana Scully, interpretada por Gillian Anderson, era una agente con formación en medicina forense, que buscaba la explicación científica de todo, a partir de las evidencias. Esto es relevante, porque la serie se apartó de las representaciones tradicionales de las mujeres y mostró una muy inteligente, fuerte, valiente, que más de una vez salvó a su compañero y que basaba todo en la ciencia.
Yo estaba en secundaria cuando la serie llegó a México. Como a muchos, me llamaba la atención esa exploración de lo desconocido y fui fan de Scully y Mulder. Muchos años después supe que existe el “efecto Scully”, ya que el personaje fue más allá de una serie larga y multipremiada, para inspirar a muchas jóvenes a estudiar carreras STEM, es decir, de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Entre los estudios que sostienen esto se encuentra el que publicaron The Geena Davis Institute on Gender in Media en 2018, titulado “The ‘Scully effect’: I want to believe… in STEM”[1]. Este equipo de investigación hizo una encuesta en línea, que respondieron 2,021 mujeres de 25 años o más en Estados Unidos. Entre sus hallazgos destaca que las mujeres que veían X Files desarrollaron actitudes positivas hacia las carreras STEM y encontraron a Dana Scully como inspiración para estudiar y trabajar en estas líneas, ya que percibían al personaje como inteligente, fuerte, analítica, determinada, confiable, poderosa y más. Aunque la investigación científica no sólo se da en carreras STEM, sino también en las ciencias sociales y las humanidades, el “efecto Scully” hace evidente que las representaciones importan, que tener mujeres como figuras clave sí logra inspirar a otras mujeres.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una celebración que la Unesco orienta a “promover el acceso y la participación plenos y equitativos en la ciencia, para mujeres y niñas”[2]. En otras palabras, busca emparejar el terreno, porque claramente no lo está. En el mundo, de acuerdo con datos de la Unesco, sólo el 33.3% de las y los investigadores somos mujeres. En México, Conahcyt reporta en el Informe General del Estado de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación 2021[3] —el más reciente con que se cuenta— que en las universidades públicas y privadas hay una brecha de género entre las personas que realizan labores de investigación, pues el 57.5% son hombres y el 42.5% somos mujeres. En el Sistema Nacional de Investigadores las diferencias se agudizan, pues de las personas que tenemos esa distinción, el 62% corresponde a hombres y sólo el 38% a mujeres.
No es que a las mujeres nos falte interés o capacidad para hacer investigación científica, es que hay condiciones estructurales que por muchos años han hecho de los campos científicos entornos hostiles para las mujeres. Las instituciones políticas, científicas y educativas tienen una gran deuda en este sentido. Quienes hemos llegado a ser investigadoras tenemos una enorme responsabilidad para seguir abriendo puertas a otras generaciones y, más específicamente en este caso, a mujeres jóvenes.
Ojalá que nuestras niñas, adolescentes y jóvenes encuentren Danas Scully en el camino que les inspiren a comprender el mundo y a transformarlo.
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