El ejemplo de Detroit

Entre las últimas amenazas económicas que Donald Trump ha lanzado contra el mundo, se encuentra una que particularmente nos afectaría de manera negativa: la amenaza de imponer aranceles a la industria automotriz. El ejecutivo norteamericano ha amagado con establecer nuevos impuestos a la importación de automóviles a partir del 2 de abril próximo. 

Esto implica que todos los autos de empresas que no son norteamericanas deberán pagar tributo para comercializar sus unidades en Estados Unidos. Igualmente, las automotrices norteamericanas que tienen parte de su cadena de producción en otros países, tendrán que pagar tributo para vender sus autos en su propio país.

La consecuencia inmediata es que las automotrices afectadas responderían con estrategias que les reduzcan costos de producción. Entre estas estrategias están desde la reducción drástica de personal, el cierre de empresas subsidiarias o intermediarias en la cadena productiva, el cambio de proveedores internos, e incluso el traslado de sus armadoras a lugares donde la mano de obra sea más barata de lo que ya es, o donde los gobiernos locales les den más privilegios y beneficios respecto a los que ya gozan esas empresas.

Ante un escenario así ¿qué podría pasar? Detroit es el ejemplo claro de una localidad que centralizó su economía industrial en las armadoras automotrices y que, al cierre o traslado de estas armadoras, la ciudad quedó depauperada, con tasas de desempleo insostenibles, y con una emergencia delincuencial terrible; además con la crisis económica derivada del escalonado cierre de inversiones en otros sectores económicos a partir del colapso automotriz. Quien no conoce esta historia, está condenado a repetirla.

A las localidades mexicanas que tenemos una marcada dependencia económica en la industria metalmecánica de los automóviles, así como en la cadena de proveeduría enlazada a esta industria, nos deja un reto más que importante: diversificar la economía, mejorar las condiciones que mantengan aquí a esas empresas, perfilar las currículas técnicas y universitarias para que las y los profesionales egresen a un mercado más diverso que no dependa de los autos, y al decidido impulso de la mediana y pequeña empresa local para poder hacer frente a la crisis potencial que nos amenaza.

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