El hombre pone y Dios dispone, o descompone

Si me permiten, quiero dirigirme Ingeniero Guadalupe Roberto Herrada, me hubiera gustado comentarle esto personalmente, pero dicen que el hombre pone y Dios dispone, o descompone, a según se vea, la verdad es que fue una fiesta cívica, como algunas que nos tocó vivir, mira que contenta se veía la gente, valga la redundancia, eufórica les salí a gritar ¡Ya basta! Ya estuvo suave de que este gobierno intente suplantar la voluntad popular.

Fue una mañana luminosa y los ciudadanos recuperamos la Plaza de Armas, la misma que entre vendedores ambulantes, ciclistas, mercachifles, policías y militares verdes y beige, nos han sustraído. Estoy seguro que me hubiera esposado, de haber sabido hubiera llevado a su clon, Fernando, que se disfruta ser y disfruta ser abuelo, ¿verdad? Usted que tanto se preparó y tantas batallas dio por el respeto al voto y al sufragio, ya ve que es estar con la diferencia como usted insistía, sin duda, experimentaría la emoción de que un grupo de ciudadanos, representativos, por supuesto, tomara al toro por los cuernos y saliera a defender uno de los logros más importantes de nuestra todavía insiere democracia.

Se lo dice alguien que le tocó vivir en el 68 en la UNAM, y que con usted compartió esfuerzos, sacrificios, desvelos, estudios, razones y al final, la satisfacción del deber cumplido y la voluntad popular respetada, precisamente con el triunfo de Felipe González.

Estoy seguro de ya habérselo dicho, pero ya ve, a los viejos nos da por olvidar y por repetir las cosas, tenga paciencia. Pocas personas con su pasión y entrega por la materia electoral, la vocación se va descubriendo y se va cincelado y fortuitamente, una palabra, una tarea, una oportunidad nos da la clave para encontrarnos con ese quehacer gratificante en sí mismo, que nos hace crecer interiormente, y en su caso, crecer en el servicio.

Su conocimiento teórico y práctico le convirtió en un referente al tratarse de elecciones, esa misma opción y entrega marcó su vida, que no fue fácil, su devoción por su familia y el ejercicio vocacional de la amistad le enriquecieron, en la medida en que se enriquecían también quienes le trataron. Lo platicamos muchas veces, trabajar porque la democracia es como comer chiles, es para torear, a veces parece que se avanzan, a veces parece que se retrocede, pero siempre queda la satisfacción de la misión cumplida.

Ingeniero Guadalupe Roberto Herrada, ya no se los pude dar personalmente, pero van estas palabras como mi reconocimiento, gratitud y un abrazo apretado. Descanse en paz.

Es todo por hoy, hasta una próxima, si la hay.

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui
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