El presidencialismo mexicano

A pesar de algunas excepciones muy concretas, desde el México independiente hemos sido una república; es decir que la forma de gobierno republicana ha sido históricamente la principal forma de entender la vida pública de nuestro país. Misma que adoptamos desde la constitución promulgada en 1824, emulando a nuestros vecinos estadounidenses quienes habían establecido y creado la república moderna en su constitución de 1787.

Una de las características fundamentales de toda república es la desconcentración del poder, es decir que exista la separación de poderes, que el poder público no este concentrado en un solo poder o en una sola persona. Por ello la existencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como el sistema de pesos y contrapesos, que permiten un equilibrio en el ejercicio del poder, donde cada quien tiene funciones y facultades muy específicas y que además pueden ponerse límites entre ellos.

Sin embargo en México debido a cuestiones históricas y también culturales, podríamos afirmar que nuestro régimen político ha sido principalmente de carácter presidencialista. Esto puede ser entendido de dos maneras, la primera de forma realmente teórica en comparación a otros países donde el ejecutivo no necesariamente es un presidente, puede ser un primer ministro; la segunda manera, que quizás nos define de mejor manera, es que el ejecutivo mexicano pareciera estar por encima de los otros dos poderes.

De aquí se desprende la teoría de las facultades metaconstitucionales del presidente de México. Que no son otra cosa que aquellas atribuciones y poderes del presidente que están más allá de lo establecido por la propia constitución. Aquí es importante señalar que por el principio constitucional de legalidad, se supondría que el presidente solo puede hacer aquello que la ley expresamente le faculta, pero sabemos que en la realidad además de no cumplirse, se extralimita de manera evidente.

Estas facultades metaconstitucionales surgen con el México postrevolucionario y la fundación del partido hegemónico, donde el presidente no solo gobernaba al país, sino que además era el máximo líder político del partido único. Y sabemos que durante esos gobiernos del siglo XX la única verdadera limitante al poder presidencial estaba en la prohibición de la reelección.

Con la llegada de la alternancia en el año 2000 comenzamos a entender el ejercicio del poder de una manera distinta, más equilibrada y quizás verdaderamente republicana. No obstante, tal cambio parece no haber echado suficiente raíz, puesto que desde el gobierno que comenzó en diciembre de 2018, todo apunta a que hemos regresando a un país de tipo presidencialista donde el presidente en turno no solo cuenta con, sino hace uso de sus facultades metaconstitucionales.

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Josemaría León Lara Díaz Torre
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