En qué creer y otras historias heterodoxas
Mañana sábado, a las 12 horas, presentaré en la Feria del Libro de la UAA mi libro titulado En qué creer y otras historias heterodoxas, a la que me gustaría invitar a ustedes.
Se trata de un libro que pretende invitar al lector a pensar fuera de la caja, en otros temas distintos de lo que vemos todos los días en los medios llenos de encono, polarización y conflictos, pero que son creo yo esenciales para la vida de las personas y de las comunidades en estos tiempos tan agitados e inciertos.
Es un libro que reúne distintos ensayos y artículos sin otra pretensión que opinar, informar, entretener y establecer un diálogo con los lectores.
Dice Paul Johnson, historiador y columnista inglés, que “todas las buenas columnas son sobre la humanidad y la naturaleza humana, y son personales”. Y, ciertamente, de los casi dos mil textos que he escrito y publicado en los últimos veinte años, he seleccionado aquí sólo un puñado que aborda temas lo más alejado de la coyuntura en que fueron escritos, siguiendo esencialmente mis intereses y preocupaciones intelectuales y políticas, o mis obsesiones muy personales, y buscando llegar al hipotético lector con cuestiones intemporales que, entonces como ahora, puedan llevarlo a otro nivel de reflexión.
Hablo aquí, por ejemplo, de los dilemas de la fe y la religión; la felicidad y las políticas públicas; la vida privada y la psicología de los políticos; la defensa del mérito y el esfuerzo o las tensiones y conflictos entre visiones del mundo distintas y plurales, lo mismo que de la corrupción consentida; el derecho a morir; el ascenso de la depresión y el Alzheimer; la industria del matrimonio o los buenos deseos para vivir mejor cada año, entre otras cosas, muchas de las cuales tratan, creo yo, acerca de temas digamos heterodoxos en la prensa cotidiana pero significativos para explorar en qué creer en ese escenario impredecible y misterioso que es la vida.
En su momento, cuando se escriben piezas de esta naturaleza, en alguna medida se aspira a dejar en el lector una visión, un interrogante, una inquietud que contribuya a dotar de sentido, o, más modestamente, a introducir uno que otro elemento que ayude a entender un poco el caos de la vida contemporánea y a correr el tupido velo detrás del cual aparezca una luz de optimismo. No hay contradicción alguna. Creo que es San Juan de la Cruz quien ha usado el ejemplo del rayo de luz que atraviesa un cristal: cuanto más sucio esté el cristal, menos clara aparecerá la luz. Pero cuan- do el cristal está limpio y transparente acaba convirtiéndose él mismo en luz, aunque sea distinta de la luz que lo ilumina. En el fondo, algo de eso puede ser el periodismo de opinión.