Esenciales para la humanidad
Los historiadores se han llevado la vida en tratar de explicarnos el mundo a partir de capítulos, de evocaciones, recuerdos lo que ya no es, pero podemos sintetizarlo en tres grandes momentos esenciales y fundamentales para los seres humanos.
La primera es la revolución del calor, cómo 24 mil km/hr fueron capaces de crear la revolución del transporte para la creación de ferrocarriles, para la creación de la producción en serie, para la utilización de la ley de gravitación universal, aprovechar la caída libre para la producción de productos de mercado.
La segunda etapa o el segundo punto, es la revolución del sonido. El sonido nos fue tan importante a los seres humanos que logró sacarnos de la atmósfera, nos colocó en la luna, nos dio la posibilidad de ir más allá de los 124 mil km/hr para encontrar velocidades como Match I, Match II, match III, y esta revolución del transporte también logró encontrar ya en el espacio, la ubicación del transporte que lo conocemos como los aviones.
Y la tercera y última etapa de la que no hemos podido salir es la velocidad de la luz. La velocidad de la luz tiene 300,000 km/s, es decir, se hace indecible, esta velocidad de la luz logró la revolución más importante de todas las tecnologías: construir la tecnología que es capaz de hacer el tiempo real, todas las circunstancias del mundo y del universo. La velocidad de la luz ha sido tan importante que es hoy la que ha generado la sociedad red, la sociedad de la comunicación, y en ella, los más grandes avances de orden tecnológico. Seguramente, el día de mañana habrá que encontrar algo superior a los 300.000 km/s, pero esto tendrá que darse a partir de los hoyos negros, es decir, donde no hay gravedad y ser capaces de que, de un espacio en donde no hay gravedad a otro espacio donde no hay gravedad, pueda transmitirse sonido, pueda darse velocidad más allá de los 300.000 km/s.
Esa es la tarea pendiente que tenemos como humanidad y seguramente nuestros aparatos tecnológicos que hoy en día nos ponen el mundo en el cuenco de la mano, serán tan obsoletos y los recordaremos con cierta nostalgia.
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