Feminismo y marxismo

En estos días se han dado diversas manifestaciones públicas en relación al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. En esta efeméride, colectivos de ciudadanas en todos los continentes del mundo, se manifestaron para visibilizar las violencias de las que históricamente han sido víctimas, para exigir equidad de derechos, y para concientizar a las sociedades de que vivimos estamentos de injusticia motivados por el género.

Esto evidentemente tiene un carácter político, ya que implica el ejercicio del poder público. En este espacio no detallaremos la serie de violencias e injusticas que ocurren en razón de género porque, además de que están a la vista pública, sólo basta revisar las noticias o ver sin sesgos la realidad cotidiana, para darse cuenta de la magnitud del problema. Sin embargo, sí repasaremos algunos aspectos que tienen que ver con el ejercicio del poder en detrimento de las mujeres, desde la óptica marxista de la estructura y la super estructura.

Por ejemplo, de acuerdo al secretario general de la ONU, António Guterres, la equidad de derechos en razón de género está estancándose o incluso revirtiéndose en distintas partes del mundo, lo que pone el escenario de equidad plena a una distancia de 300 años. Así, se prevé que para 2030, más de 340 millones de mujeres y niñas seguirán viviendo en la pobreza extrema, mientras que unos 18 millones hombres y los niños no; lo que impacta en escolarización, acceso a servicios básicos, medidas de protección social, ingreso pleno y equitativo al empleo remunerado en justicia, y representación igualitaria en las esferas de toma de decisiones.

Y es que esta inequidad en la base de acceso al poder económico es la que, en buena medida, condiciona la inequidad en el funcionamiento general del sistema. Ya se sabe, la estructura condiciona a la super estructura. De tal modo que, mientras no haya justicia en las condiciones materiales y en el acceso al poder, difícilmente habrá justicia en todos los ámbitos super estructurales. 

Por ejemplo, la CONEVAL arrojó datos que detallan la situación de México, entre los que destaca la sobrecarga de trabajo remunerado y no remunerado para la mujer, la diferencia de remuneraciones por género, la precarización laboral femenina, la no remuneración del trabajo doméstico y de cuidados, y la desproporción que hay en hombres sobre mujeres en los espacios de liderazgo.

Si no existen las condiciones materiales equitativas, difícilmente se erradicarán otras violencias. Uno de los problemas es que la inequidad material es parte fundamental de la cultura, en la que a la mujer se le asigna autoritativamente un rol que le limita y le condiciona. Romper ese rol es importante, y ese es un tema en el que todas y todos debemos contribuir.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Alan Santacruz
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Alan Santacruz, 8M, Día Internacional de la Mujer

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