Guacamaya
En días pasados, la seguridad informática de la Secretaría de la Defensa Nacional fue vulnerada, presumiblemente, por un grupo de piratas cibernéticos conocidos como Guacamaya. Este grupo ha infiltrado los sistemas de datos de las Fuerzas Armadas de Perú, Salvador, Chile, y Colombia. En estos casos, parte de la información fue expuesta en la prensa crítica de esos países, tal como está sucediendo en México.
Su motivación, aparentemente, no es económica sino ideológica. Buscan desestabilizar gobiernos que -a su juicio- mantienen malas prácticas. Su lucha tiene un enfoque ambientalista y de horizontalidad democrática. Sus comunicados aluden a “la liberación de los pueblos y de la Madre Tierra”. Operan clandestinamente, y se oponen a lo que ellos llaman “terrorismo de Estado”. En México ya comenzó la filtración de la información robada.
El gobierno mexicano no confirma qué información extrajeron de la SEDENA. Al contrario, el presidente ha minimizado y trivializado el robo de información. Hasta ahora se sabe lo que la prensa ya ha hecho público: la salud del presidente, la operación para liberar a Ovidio Guzmán, la pugna interna entre mandos militares. El gobierno, lejos de atender el mensaje, ha atacado al mensajero, otra vez.
Es necesario el debate sobre la seguridad informática de la Defensa Nacional, o sobre la ética de revelar información íntima sobre expedientes médicos de los servidores públicos, porque atiende a temas de gobernabilidad. Pero el asunto va más allá. De revelarse información todavía más sensible, de cara a los procesos electorales de 2023 y 2024, el proyecto de la tetramorfosis corre el riesgo de descarrilarse.
Ante un escenario que ponga en riesgo el proyecto del ejecutivo, podemos esperar un endurecimiento de la política interna respecto al trato que el poder le da a la oposición, a los medios críticos, y a las organizaciones civiles que coyunturalmente tienen objetivos implícitos en la información robada que pudiera exponerse. En ese escenario, lo que nos queda es defender la ciudadanía y la democracia.
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