Hablar y callar: Ayotzinapa, los movimientos y el poder
En comunicación sabemos que lo que se dice es importante, lo que se calla también. Esto es muy evidente en la política. El 26 de septiembre se cumplieron diez años de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Hubo manifestaciones para mantener la memoria de los 43 y para seguir exigiendo justicia. No imagino la impotencia que sentirán sus familias y también aquellas de las más de 115 mil personas desaparecidas de nuestro país, cuando el tiempo ha pasado y los procesos de investigación se han entorpecido y bloqueado y quienes, en otro momento, prometieron ayudarles, hoy les dan la espalda.
El 26 de septiembre, el día del décimo aniversario, el presidente dio un mensaje contradictorio en la conferencia mañanera. Primero expresó su solidaridad con las madres y los padres de los normalistas de Ayotzinapa. Después defendió el amurallamiento de Palacio Nacional y otros edificios históricos, para protegerlos de las y los manifestantes, diciendo que hay provocaciones y que, además de las familias, también vendrían “oportunistas, sectarios, conservadores que quisieran hacernos daño […], grupos de derecha muy conservadores”. Se mantiene hasta el final la lógica de “quien no está conmigo, está contra mí” y a esos sectores en desacuerdo se les pone la etiqueta de “gente de derecha, conservadores, neoliberales, adversarios”. El asunto es que las movilizaciones sociales que exigen justicia, defienden derechos humanos, defienden el territorio y el medio ambiente, históricamente han sido de izquierda. El presidente y muchos militantes de su partido, mientras fueron oposición, estaban de acuerdo con las movilizaciones, pero dejaron de estarlo cuando llegaron al poder.
El mismo 26 de septiembre, en las redes de la presidenta electa los temas fueron otros: una corrección al posicionamiento sobre la no invitación al rey de España a la toma de protesta presidencial, la convocatoria para ir al Zócalo a celebrar la toma de protesta presidencial el 1 de octubre, la noticia de una reunión con directivos de Constellation Brands y un mensaje de solidaridad a damnificados por los huracanes. De Ayotzinapa, nada. Lo que se dice importa, lo que se calla es un signo también.
A propósito del Zócalo, las marchas por Ayotzinapa lo encontraron con tres filas de vallas y hasta obstáculos de concreto para impedir el paso. Algo me hace sospechar que el 1 de octubre será muy distinto. El pueblo que protesta no es bienvenido, aunque sus razones sean legítimas. El pueblo que aplaude sí es bienvenido. ¡Qué tristeza!
Por cierto, el 24 de septiembre, dos días antes del décimo aniversario, comenzó en el Senado de la República la discusión de la iniciativa presentada por el presidente para que la Sedena se haga cargo de la Guardia Nacional. Se aprobó la madrugada del 25. Distintas voces expertas han advertido los riesgos de este cambio para los derechos humanos, puesto que abre la puerta para la militarización de las funciones de seguridad pública y reduce las posibilidades reales de rendición de cuentas. ¿Qué tiene que ver esto con Ayotzinapa? Que la principal demanda de las familias y de organizaciones activistas que han acompañado es que el Ejército entregue archivos clave para la investigación. No sólo no ha ocurrido, sino que este sexenio culmina otorgándole más poder al Ejército. No es un dato menor.
La versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador del 26 de septiembre de 2024 está disponible en: https://presidente.gob.mx/26-09-24-version-estenografica-de-la-conferencia-de-prensa-matutina-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador/
La versión estenográfica de la Sesión Pública Ordinaria Nocturna de la H. Cámara de Senadores celebrada el martes 24 de septiembre de 2024, en la cual se aprobó la reforma a la Guardia Nacional, está disponible en: https://www.senado.gob.mx/66/version_estenografica/2024_09_24/2437
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