Inconcebible apoyo a Maduro

Hay un silencio cómplice en el gobierno mexicano respecto a lo que hoy acontece en Venezuela. A Nicolás Maduro, el usurpador del poder, todo el mundo lo condena por asumir la presidencia de su país sin haber ganado las elecciones.

Maduro, con la complicidad del ejército somete y esclaviza a 27 millones de ciudadanos que viven el desastre del “socialismo bolivariano”. México manda de representante a su embajador. El canciller Juan Ramón de la Fuente no solo ofende al pueblo venezolano sino a los mexicanos que creen en la democracia y la libertad. Extraño proceder de quien fuera rector de la UNAM, casa de libertades.

España, Argentina, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea reconocen a un solo triunfador: Edmundo González Urrutia, quien aportó las pruebas con más de dos votos por uno. Las actas están depositadas en Panamá porque el ganador es un perseguido político a quien el sátrapa amenaza con cárcel.

Corina Machado, la heroína en campaña, muestra que la lucha por la libertad no muere, que Venezuela, a pesar de las amenazas del dictador, no doblará la voluntad de cambio expresado en el voto.

Quienes no soportaron vivir bajo la dictadura, emigraron por todo el mundo. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, en 2025 la cifra llegará a 8 millones de venezolanos, una cuarta parte de la población. Una monstruosidad al considerar que salieron empresarios con su patrimonio y conocimientos, profesionistas y técnicos petroleros o maestras de educación básica. La gente más preparada se fue. El país se hunde en la pobreza mientras tiene la riqueza petrolera más grande del mundo bajo su suelo.

El tema en Latinoamérica es la reconquista de las libertades. Cuba tiene tres generaciones perdidas. Argentina se levanta de seis décadas de dictaduras y populismo. Nicaragua vive sometida por el socialismo de cuates, peor que el de la época de Anastasio Somoza, que es mucho decir.

México tuvo el valor de aceptar la realidad durante el gobierno de Vicente Fox, cuando no tuvo miedo de reclamar a Fidel Castro por la falta de libertades y derechos humanos en la isla. Hoy vemos con simpatía que acuda, en compañía de Felipe Calderón al auxilio de los venezolanos. Aunque su presencia desde República Dominicana es simbólica, ayuda a recordar que cualquier país puede caer en el Nacional Populismo autoritario.

Quien de plano estalló contra la detención arbitraria de Corina Machado fue Javier Milei, quien lleva buen rato poniendo en su lugar a Maduro. En compañía de Edmundo González,  lo calificó de “ataque criminal”. México calla ante el hecho. Incluso Donald Trump envió una amenaza velada a Maduro: Estados Unidos estará con la oposición triunfadora en las urnas.

A Maduro lo apoyan Cuba, Nicaragua, Bolivia, Irán, China, Vietnam, Rusia, Corea del Norte y dictaduras menores o despistados inconsecuentes como Honduras. Gustavo Petro, de Colombia, reconoce la violencia política y no envía representantes.

En la actualidad la lucha política no debe ser de países gobernados por la izquierda o la derecha, sino países gobernados en democracia o en dictadura. Ni Castro ni Pinochet. Todo está bien en el Chile de izquierda de Gabriel Boric que condena a Maduro y la Argentina de derecha de Milei que hace lo mismo, son países donde prevalece la lucha democrática con plenas libertades. México reconoce a Maduro al enviar a nuestro embajador a su entronización espuria. Es una grave marca para el país.