INE con peras y manzanas
El día de ayer en una buena cantidad de ciudades de la república un numeroso grupo de ciudadanos, seguramente varios cientos de miles, marchamos para manifestar nuestro repudio a las reformas propuestas al sistema electoral mexicano por el presidente de la república y de manera concurrente el respaldo a las autoridades electorales que, desde hace muchos años han ofrecido resultados certeros y confiables y han permitido la alternancia en los gobiernos de los estados y el gobierno de la república. Su labor había sido reconocida por el propio presidente, hasta que tuvo claro que el INE sería un obstáculo insalvable para su pretensión de controlar la próxima elección para él o para sus corcholatas.
No hay que confundir, lo de ayer no fue una encuesta, mucho menos una elección, fue una llamada de atención al régimen. Lo que pregona de su propuesta parece atractivo y aparentemente carece de veneno, por eso vale la pena hacer un ejercicio simple con peras y manzanas: nos han repetido hasta el cansancio que nuestro sistema es caro y sí, porque lamentablemente somos un pueblo que, viendo la oportunidad, nos aprovechamos y nos sentimos muy listos. Nos pasamos el alto, no respetamos la cola, escamoteamos el pago de impuestos, violamos los precios, etc.etc.. Nuestro sistema electoral estaba en manos de un órgano de gobierno y dió lugar a muchos fraudes. Ciudadanizado se volvió seguro y eficaz.
Pensemos que en una institución hay 10 grupos de 100 personas y que cada grupo tiene 51 negros y 49 blancos. En las elecciones por mayoría, siempre ganarán los negros y habrá casi la mitad que nunca estarán representados, por eso se inventó la representación proporcional. El presidente propone que desaparezca la actual institución, aunque lo niegue, ya sabemos lo mentiroso que es, y que los nuevos sean electos por voto directo de 20 propuestos por el presidente, 20 propuestos por la mayoría del Congreso controlada por el presidente y 20 propuestos por la Corte cuya mayoría controla el presidente. Los ciudadanos podríamos votar por puros candidatos del presidente. Además esa votación sería una votación de cuates, de incondicionales. Al presidente no le interesa la capacidad, lo ha dicho, 80 % de honestidad. Imaginemos que votamos por los cirujanos del hospital y tenemos 60 candidatos con sólo un veinte por ciento de capacidad, sería un desastre, como lo está siendo el país. López Obrador, autócrata desquiciado, no quiere un INE confiable, ya lo tenemos, quiere uno controlable y a su capricho.
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