Inercias y resistencias: hallazgos de la ENIGH 2024

Recientemente se presentaron los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024, uno de los programas estadísticos más relevantes del país. A través de esta encuesta, es posible identificar de dónde provienen los ingresos de los hogares mexicanos y en qué los destinan. 

La utilidad de los datos va más allá de las cifras: por un lado, nos ayudan a comprender la realidad económica y social del país; por otro, a transformarla. Sin embargo, los resultados de esta edición también nos revelan inercias profundas que se han mantenido a lo largo de los años: 

Desde 2016, tres factores persisten sin cambios significativos:

  1. La desigualdad regional en los ingresos. 
  2. La brecha de ingresos entre mujeres y hombres. 
  3. Las desigualdades vinculadas con factores sociodemográficos. 

En primer lugar, destaca la desigualdad regional. En 2024, el ingreso corriente promedio trimestral por hogar en México fue de 77,864 pesos, lo que equivale a unos 26 mil pesos mensuales. Esta cifra representa un aumento del 10.5% respecto a 2022. Sin embargo, este promedio esconde profundas desigualdades regionales.

Mientras que en Nuevo León los hogares reportaron ingresos por 117,034 pesos trimestrales, en Chiapas esta cifra fue de 41,085 pesos. Chiapas ocupa, nuevamente, el último lugar desde 2016, mientras que Nuevo León se mantiene constantemente en los primeros lugares. Lo preocupante no es solo la magnitud de la diferencia, sino su persistencia.

En segundo lugar, persiste la inercia de género. Un hombre en México percibe un ingreso corriente trimestral de 36,047 pesos, mientras que una mujer gana en promedio 23,714. La brecha es estable y estructural: en 2018 las mujeres ganaban 62 centavos por cada peso que ganaban los hombres; en 2024 esa cifra pasó a 66 centavos por cada peso. 

La situación se agrava al analizar el impacto de la maternidad. Mientras que el ingreso más alto para los hombres se alcanza cuando tienen dos hijos o hijas, para las mujeres se da cuando solo tienen uno. Además, una mujer con cuatro hijos o más gana, en promedio, 17,236 pesos, mientras que un hombre en la misma situación gana 37,558. En otras palabras, a las mujeres, tener hijos les cuesta más —literalmente.

El tercer hallazgo apunta a factores estructurales. La edad, el nivel de escolaridad, hablar una lengua indígena, tener ascendencia afrodescendiente o vivir con una discapacidad profundizan las brechas de ingresos. Estos elementos, lejos de disminuir en su impacto, siguen siendo determinantes para el nivel de vida en el país.

Los datos de la ENIGH han cumplido la primera función de la estadística: reflejar la realidad socioeconómica. Gracias a sus cifras, contamos con una panorámica precisa sobre los ingresos de los hogares y su distribución. No obstante, se encuentra pendiente la segunda función, la “transformación” de esa realidad. Una tarea que, cabe señalar, corresponde a las instituciones públicas del país. 

Con el paso de los años, las inercias permanecen. La evidencia, por sí sola, ha resultado insuficiente para impulsar una política social verdaderamente efectiva. Quizá sea momento de replantearnos para qué se mide en este país, si lo que se mide, no cambia. 

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Dafne Viramontes
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