¿Informe o espectáculo?
Pues aunque recibí la invitación, bastante colorida, para el Primer Informe de Gobierno de la gobernadora Tere Jiménez y aunque la recibí a tiempo, no me fue posible asistir. Lamentablemente fue a la hora en que imparto mis clases y como en muchas oficinas desde temprano dejaron de atender esto de contestar el teléfono y creí que no les faltaría personal, aunque las lenguas de doble filo, que no faltan, me informaron que si bien, el espectáculo empezó con un lleno, luego de los teloneros, cuando empezó el plato fuerte del informe, el público empezó a salirse, terminando por verse desairados los tendidos.
Es el precio de que la concurrente esté más interesada en los adornos con el regalo, entendiendo por regalo un acto republicano y protocolario que no tiene por qué ser divertido y que generalmente sólo interesa a una pequeña porción de la ciudadanía.
¿En qué momento, se pregunta uno, el informe dejó de ser someterse al escrutinio del órgano soberano para convertirse en un show del Ejecutivo? El error y la estrella del evento tendría que ser el Congreso, porque es el que recibe la información que no debiera ser ni promoción ni autologe ni propaganda, sino un recuento sobrio y escueto del trabajo realizado un contraste con lo planeado.
El aprovechamiento de los recursos, la distribución del gasto, en este aspecto debería revertirle un punto relevante la pertinencia del gasto y su naturaleza. En una situación crítica como la que vivimos en el país, no habría justificación para gastos prontuarios, cualquiera que sea su naturaleza.
Aparentemente la tesitura de los gobiernos estatales y municipales en el país ha sido la de gastarse en festejos banales, dinero que bien podría dedicarse en la atención de las obras y servicios públicos.
La realidad es que al margen del espectáculo para muchos obligados, otros tantos comprometidos y muchos despistados, que hace las veces del cumplimiento formal con el Congreso, hay otro u otros informes que dan cuenta de la opinión pública o de la opinión publicada o simplemente de las notas que consignan hechos que contrastan con el tono optimista y grandilocuente de los informes.
Lo que publican los medios, lo que se dice en las redes, lo que se comentan los corrillos, en rigor, el informe debería ser un ejercicio democrático y republicano y por lo mismo, de retroalimentación que permitiera el gobernante ajustar el plan de vuelo, más allá del boato que confunde la conciencia, el elogio que turba los oídos y el incienso que distorsiona la visión. Es todo por hoy, hasta la próxima, si la hay.
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