La ciudadanía a los 16 años, un avance en la democracia participativa

A propósito de la iniciativa de adquirir la ciudadanía a los 16 años, debemos reflexionarlo con toda seriedad; nuestra democracia no puede estancarse, el poder legislativo ha recibido esta iniciativa y puede, tiene la obligación de reflexionarla, de estudiarla, de dialogar con todos los actores políticos, discutir, dialogar no dejarla en la frialdad de la ley, sino en la actividad de una sociedad democrática.

La ciudadanía temprana por razón, a que los jóvenes no votan, no es cierto, es una falacia, es un juicio fuera de la realidad; los jóvenes aprovechan más la información que reciben a tiempo real y a 360 grados, el problema es desarrollar una pedagogía de la velocidad de la luz que le permita a la sociedad discriminar los datos, la información y sobre todo las posverdades que tanto daño hacen en el escenario político.

La ciudadanía temprana debe enfrentar la sincronización de los derechos en medio de las normas nacionales y también de el derecho internacional, en las que se tienen criterios, al menos en los temas de matrimonio, consentimientos sexual, consentimiento médico, admisión al empleo, educación, responsabilidad penal... la edad mínima es una responsabilidad del Estado, por ello es un tema muy serio, las edades mínimas legales deberán constituir un elemento importante de los programas para adolescentes y la promoción de políticas; los Estados tienen la obligación de establecer edades mínimas legales de conformidad con los instrumentos internacionales y regionales en los que tenga suscripción las edades mínimas legales deberían de tratar de proteger los derechos de las y los adolescentes y promover su desarrollo pleno y seguro el debate en torno a las edades mínimas debe centrarse en la protección y potenciación de sus derechos.

Argentina, Brasil y Ecuador se convirtieron en los primeros países que redujeron la edad para adquirir la ciudadanía.

El propósito de la votación, de que participen en la toma de decisiones democráticas, Escocia lo hizo en el año 2014 la edad mínima para votar, mejoraría la participación en la política y mantendría un interés de por vida en la democracia.

Cambiar la ecuación del cuerpo electoral, incorporando a jóvenes entre 16 y 17 años hará que la sociedad presente más atención a los problemas que sufre este sector en la educación sobre todo; pero, pero ya que está el gran pero, la respuesta debe ser si hay condiciones en la educación mexicana para que la ciudadanía temprana adquiera esta responsabilidad, pues el derecho al voto no generará ni conciencia ni participa, ni participación política por el solo hecho de tener ese otorgamiento pero sí dará una herramienta de inclusión a los jóvenes para integrarse al proceso democrático.

La iniciativa debe ser bienvenida pero debe ser estudiada. Las condiciones de procedimiento electoral están dadas.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Ignacio Ruelas Olvera
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