La cultura occidental
El desarrollo histórico del mundo occidental encuentra sus cuatro pilares en la filosofía griega, en el derecho romano, en la tradición judeocristiana y por supuesto en la revolución francesa. Estamos hablando de hitos del pasado que permitieron forjar la cultura de occidente y que a la fecha de hoy seguimos teniendo en mayor o menor medida como brújula social y por supuesto cultural; aunque en la realidad es mucho más profundo, puesto que en verdad no podríamos entender a esta parte del planeta sin estos cuatro pilares, ya que con la llegada de cada uno, se han perpetuado en lo más profundo de nuestra civilización.
Y en ese entender, quisiera detenerme de manera breve en la revolución francesa. De tal suerte que este movimiento ideológico-político de finales del siglo XVIII ha sido la base en la que se ha cimentado la forma de entender al poder, al gobierno y la relación con los gobernados. Si bien es cierto que la revolución francesa en resultado del pensamiento ilustrado, la herencia que nos entregó Francia al resto de occidente, sigue más vigente que nunca, es decir, el liberalismo político.
Ahora bien, aunque es cierto que los primeros que pusieron en práctica las ideas ilustradas fueron los estadounidenses, la hegemonía de un mundo occidental liberal principalmente con países con gobiernos de tipo republicano, es herencia directa de los franceses y de su revolución. Pero más allá del sistema o forma de gobierno institucionalizada en aquella época, quizás el legado más importante son los derechos del hombre y del ciudadano, que con el paso del tiempo se convirtieron en los derechos humanos universales.
En un inicio los derechos del hombre y del ciudadano, tal como se puede constatar en la famosa declaración de los mismos publicada en 1789, se centraban en las libertades más esenciales, como la libertad en sí misma, la igualdad ante la ley, la propiedad privada, la libertad de expresión, la libertad de imprenta, la libertad de asociación, entre otras garantías que en aquel momento parecían innovadoras y ahora damos por sentadas.
Quizás aquí la crítica es consecuencia de una evolución desmedida de seguir creando “derechos” a diestra y siniestra. Puesto que bajo la bandera irrefutable de los derechos humanos, ahora hasta aberraciones lógicas y contrarias a la propia naturaleza, han resultado consagradas como derechos. Y este abuso o exceso, ha comenzado a cobrar factura, una factura muy cara consecuencia de tantos derechos humanos y del concepto mal entendido y por consecuencia mal utilizado de la multiculturalidad.
Veamos lo que ha sucedido en Francia en los últimos días, pues es el ejemplo perfecto de como un liberalismo llevado a sus máximos, mismo que ha permitido que como una bomba de tiempo llamada tolerancia, les haya estallado en las manos. Pues Francia al igual que muchos otros países europeos por una tendencia internacional de fronteras abiertas y tolerancia, ha comenzado a ver que esos migrantes provenientes principalmente de países africanos y musulmanes, no quieren formar parte de la cultura occidental, sino todo lo contrario, es decir, imponer su cultura y acabar con occidente. Esto apenas comienza, pero Europa está viendo el inicio de su Waterloo.
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