La de al lado no es competencia, es compañera: Rebeca Andrade, Simone Biles y Jordan Chiles

En medio de todas las cosas terribles que pasan en el mundo, esta semana nos dejó una postal hermosa: La brasileña Rebeca Andrade ganó la medalla de oro en la rutina de piso de gimnasia artística; cuando subió al podio, las estadounidenses Simone Biles y Jordan Chiles, quienes ganaron plata y bronce respectivamente, la celebraron con reverencias. Y sí, medio mundo esperaba que Simone Biles ganara el oro, pero mientras en muchos medios y publicaciones de expertos de sillón, la noticia era que “perdió”, la imagen estaba dando la vuelta al mundo y nos estaba dando una lección clara de sororidad.

De entrada, Simone Biles no es alguien que perdió, los resultados que ha dado en esa competencia y en muchas otras son sobresalientes. A los 27 años, ha ganado muchas medallas en Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales de gimnasia. Además, sus posicionamientos han sido claros y poderosos, incluso fuera del medallero, como cuando priorizó su salud mental a la obsesión por las medallas en los Juegos Olímpicos en Tokyo en 2021 y cuando destapó los casos de abuso por parte del médico del equipo de gimnasia. En la final de piso este año, ganó la medalla de plata, lo cual no es poca cosa, así que enfatizar la derrota es totalmente un despropósito.

Por otro lado, Rebeca Andrade no es alguien que le arrebató el triunfo a una leyenda. Es otra chica sobresaliente, que colocó a su país y a sí misma en el foco internacional en una disciplina que suele tener ganadoras de otras nacionalidades. Sus triunfos la colocan como una de las deportistas más importantes de su país. Es también uno de esos casos que evidencian cómo el deporte puede cambiar la vida de las personas, al venir de un entorno tan precario y destacar de la manera que lo hace. 

El gesto de Simone Biles y Jordan Chiles fue hermoso, porque permite ver que competir sí puede ser compatible con compartir. Son gimnastas ultracompetitivas, pero también tienen la capacidad de reconocer los triunfos de sus compañeras y alegrarse por ellas. Si en la ceremonia inaugural, aquella escena titulada “Sororité” nos invitó a reconocer a mujeres de diferentes épocas que han contribuido a ir ganando derechos; esta escena de dos gimnastas haciendo reverencias a otra y después las tres gimnastas tomadas de las manos, redondea y actualiza la reflexión. Sí podemos reconocernos entre nosotras y no sólo podemos, ya lo hacemos.

La escena, además, es inspiradora para las niñas, adolescentes y jóvenes. Es importante que estas generaciones más jóvenes cuenten con referentes como ellas, que prioricen la empatía, la sororidad y la alegría. Cada una ya ha sido inspiradora para muchas niñas que se han acercado a la gimnasia, pero verlas celebrar así es otro nivel de reflexión. Hace algunos años leí en un muro una frase que decía “la de al lado no es competencia, es compañera”. Estas chicas lo entienden y lo viven.

Por cierto, el 12 de agosto es el Día Internacional de la Juventud. Hay mucho que podemos discutir sobre las condiciones de incertidumbre y desigualdad que viven nuestras generaciones más jóvenes. Recordemos ese día y todos los días que estas generaciones nos enseñan cosas. Recordemos a estas gimnastas por sus triunfos, pero también por su calidad humana y su capacidad para transformar.

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Dorismilda Flores-Márquez
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