La ética pública

Hoy que vivimos épocas confusas en relación con el comportamiento de quienes ocupan los lugares privilegiados del poder público, es importante recordar qué es la ética pública. La ética pública no es más que el desempeño de todos los empleados, del funcionario público, basado en la observancia de valores, principios y deberes, que garantizan el profesionalismo y la eficacia en la función pública, es decir, la ética pública, te orilla a comportarte con virtudes, hacer realidad los valores.

Eso nos lleva a lo que Adela Cortin ya ha establecido en sus textos hacia una ética aplicada a la función pública: crear una guía de conducta, una manera de prevenir la corrupción, normas que no solo buscan prohibir políticas corruptas, o que describen o procuran evitar situaciones que te lleven a la violencia, sino, precisamente, al buen comportamiento de los deberes públicos.

¿Cuáles son estos principios éticos mínimos que debe de tener un servidor público?: Respeto, prioridad, eficiencia, idoneidad, veracidad, lealtad y obediencia a la Constitución, justicia y equidad, pero sobre todo, lealtad al Estado de Derecho. Eso es lo que hemos visto en la época posmoderna que nos ha tocado vivir, en la que, quienes ostentan la responsabilidad pública generalmente son quienes cometen estos atropellos a través de ocurrencias.

Debemos respetar la Constitución Política, debemos actuar con honradez y con honestidad, se debe de vivir en una capacitación permanente con lo cual se garantice la calidad de la Función Pública, en fin, esos principios que nos desembocan en la lealtad profunda hacia el Estado de Derecho.

Esta idea nos lleva a ver cómo estamos todos los días siendo auditorio pasivo, de todas las ocurrencias que se hacen precisamente para violar la norma, lo vemos en todas las actividades que despliegan las entidades de interés público, bajo la idea de, con otro rostro, adelantar la democracia interna que tanto trabajo costó construir en nuestro país, y que pocos países democráticos del mundo pueden presumir que tienen una democracia interna normada, lo cual nos lleva de un sistema de partidos a un estado de partidos, pero por otro lado, también vemos a las autoridades inventando cosas, como aquello de “No lo dije yo”.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Ignacio Ruelas Olvera
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Ignacio Ruelas Olvera, Opinión, Columnista BI

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Valores de un funcionario público

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