La indiferencia de la humanidad en tiempos de guerra

Escuché a una mujer habitante de Gaza cuestionar ¿Dónde está la humanidad? ¿Dónde está el corazón de la gente en el mundo para permitir lo que está sucediendo? Mientras se despedía del mundo pensando en que sus días u horas tal vez están contados en medio de un conflicto bélico como el que se vive desde hace una semana en Medio Oriente.

No pude más que pensar en la normalización que hemos dado como sociedad de las últimas guerras viéndolas tal vez lejanas, tal vez justificándolas, tal vez referenciando a su historia, incluso, desde los medios, dedicándonos solo a informar lo que surge de un lado o de otro o peor aún contando la historia que el del interés quiere que el mundo conozca a través de las imágenes de terror que se comparten, muchas veces sin contexto y otras más perdiendo de vista la dignidad de las víctimas.

Pero ¿Cómo el mundo podría detener esto, la humanidad podría haberlo frenado y no lo hicimos? ¿se han percatado de que emitir una postura entre un lado y otro en una guerra lo único que genera es más odio y más violencia? Sin embargo, la no intervención también nos ha hecho indiferentes al dolor humano.

La guerra y la violencia causan sufrimiento innecesario y destrucción a gran escala. Más allá de las diferencias políticas y religiosas, culturales o históricas que dividen a la humanidad, no podemos siquiera justificar la devastación y la pérdida de vidas inocentes, el desplazamiento forzado, la destrucción de familias y comunidades enteras, además del trauma del que solo existe el camino de ida y nunca de regreso.

Un líder aplaudido incluso por las atrocidades más letales cometidas, es difícil de controlar, una sociedad que respalda las decisiones de sus líderes cuando se sienten invencibles a pesar de sus actos se convierte en una sociedad cómplice de la violencia, un Estado que apoya las guerras a través de sus representantes sin tomar en cuenta a su gente, es cómplice de las muertes en guerra.

La paz no es un regalo, sino un esfuerzo continuo que exige la participación de todos, pero no podemos ser agentes de paz cuando no estamos presionando a nuestros líderes a buscar soluciones que garanticen la protección de los inocentes y la dignidad humana como una prioridad.