La muerte tiene permiso
Ayer o antier se dio a conocer la muerte del actor francés Alan Delón a los 88 años de edad.
En un tiempo fue un auténtico ídolo no sólo porque era un hombre muy guapo, sino por su personalidad que le permitió encarnar perfectamente los antihéroes del cine negro. El Samurai, El Círculo Rojo y El Delator, es una trilogía dirigida por Jean Pierre Melville, que no puede faltar en cualquier antología cinematográfica y el Samurai entra, para muchos cinéfilos entre una de las diez mejores películas de todos los tiempos. En los últimos años retomó notoriedad por su lucha contra el gobierno francés para que le permitiera matarse con ayuda médica, incluso trasladó su residencia a Suiza, en donde la eutanasia, bajo ciertas circunstancias se permite, los pleitos anticipados por la herencia impidieron legalmente su deseo. Es curioso que las legislaciones occidentales permitan practicar el aborto de un ser humano en desarrollo y no permitan que una persona madura y con plena conciencia pueda tomar la decisión de morir en circunstancias dignas y controladas, para evitar el impacto del suicidio que, dadas los impedimentos legales, suele ser violento.
No hay permiso para morir pero, en ciertas condiciones, lo hay para matar, curiosa moralidad moderna. Y sin embargo en general vivimos expuestos a la muerte, nadie tiene la vida comprada, dice la expresión popular, y, especialmente en México parece permanecer actual la frase que da título a un gran cuento de Edmundo Valadez: La Muerte tiene permiso. En el sexenio de López Obrador, sin duda por los resultados, el peor gobierno desde Lázaro Cárdenas, estamos a nada de alcanzar la terrible cifra de 200,000 homicidios, 200,000 personas y personos (para dar gusto a la Calca) y un número cercano de homicidas y homicidos. El fracaso en seguridad pública puso de manifiesto que las políticas públicas implementadas por el presidente, que la presidente electa pretende continuar, no han servido ni siquiera para atenuar la violencia y la inseguridad, por más que se hayan disimulado, ocultado y modificado los resultados estadísticos. Las dádivas pueden atenuar momentáneamente las carencias y necesidades pero de ninguna manera provocan un cambio estructural, ni de actitud ni de comportamiento.
En nuestra estado, considerado todavía dentro de los relativamente tranquilos, hay zonas, como hay en la ciudad en las que la policía no se atreve a incursionar.
Es todo por hoy, hasta una próxima...si la hay.
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