La pobreza es un hecho, no una cosa.

En días pasados fuimos testigos de una no muy comedida expresión de la jefa del Ejecutivo Federal, quién reaccionó ante las declaraciones de Donald Trump diciéndole que en México no gobiernan los narcos, gobierna el pueblo. La expresión “gobierna el pueblo” no tiene ningún mérito, ni lógico, jurídico, político o democrático porque es falso. El pueblo no votó, por lo tanto, quien gobierna es Morena y sus aliados, mediante un triunfo inobjetable, digan lo que digan: ganaron ellos. Sin embargo, en el caso de Venezuela, la misma titular del Ejecutivo federal se limitó a decir: “Somos respetuosos de la autodeterminación de los pueblos”.

 

Solo que se han publicado casi el 90% de las actas y Maduro perdió por más de dos a uno, ganó Edmundo González y también Corina Machado, en un triunfo inobjetable. Entonces ya no entiendo cómo queda eso de que, el pueblo vota y el pueblo manda en una República representativa federal democrática y laica. Creo que la rumbosa izquierda mexicana nos sitúa en 1847, demandando la dictadura del proletariado, pero en 2005 cuando existe un proyecto constitucional y leyes que derivan de la Constitución así como parte del Estado de Derecho Laboral; han pervertido su relación entre el ser, es decir, todo lo que es el caso del mundo de la vida política y el pensar. Todos los modelos, elementos, figuras y formas han perdido en su narrativa que la figura lógica de los hechos es el pensamiento.

El discurso de las izquierdas mexicanas ha perdido el sentido, la forma, el contenido y el modo en que son representados los objetos y los hechos para que el pensamiento adquiera coherencia. Extraviaron el significado de su movimiento, pues aún hoy no logran referenciarlo. El enigma de su identidad es informativo con carátula de pueblo. Los pobres son consecuencia de arrebatos e incoherencias cómplices de la necesidad, pero fijémonos, entre más pobres en estados y municipios, más recursos federales. La pobreza no se abate con presupuestos, se abate con políticas públicas.

Si la autoridad gasta mucho, hay más pobres. Los presupuestos robustos solamente benefician a los contratistas con y sin licitación. No hemos querido entender que la pobreza no es un espectáculo, es una tragedia y un drama. La pobreza es un hecho, no una cosa.

Como la opción ciudadana que somos debemos exigirles a los políticos o a los que se dicen políticos que dejen de traficar con el concepto y la idea del pueblo.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.  

 

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Ignacio Ruelas
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La pobreza es un hecho, no una cosa.

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