La polarización social y política
El fin de año es un buen momento para hacer recuentos, sean estos personales o colectivos. También lo es para pensar en los desafíos que vendrán en el próximo año. Sabemos de sobra que la separación de los años es artificial, que pasar de un año a otro no es simplemente un “borrón y cuenta nueva” y que los grandes problemas que venimos arrastrando siguen, como las guerras, los efectos del cambio climático, la violencia en todas sus formas, los efectos de la desigualdad, la desinformación, la polarización, los discursos de odio y más. Sin embargo, hacer cortes ayuda a reflexionar sobre lo que hicimos y pensar en lo que vendrá.
Hace unos días, la FundéuRAE —la Fundación del Español Urgente, que promueven la Real Academia Española y la Agencia EFE— dio a conocer que polarización fue la palabra del año 2023. Se suele elegir una palabra que resulta representativa del año, por ejemplo, en 2013 fue escrache, selfi en 2014, refugiado en 2015, populismo en 2016, aporofobia en 2017, microplástico en 2018, emojis en 2019, confinamiento en 2020, vacuna en 2021 e inteligencia artificial en 2022. Este año 2023, las otras palabras consideradas fueron amnistía, ecosilencio, fediverso, fentanilo, guerra, humanitario, macroincendio, entre otras. En ellas podemos ver cierta cercanía, nos llevan a pensar en la crisis ambiental, en la guerra y en las crisis sociales y políticas de nuestro mundo.
Pensar en polarización como la palabra clave de 2023 nos lleva a la separación cada vez más radical entre posiciones, sobre todo políticas y, con políticas, no me refiero sólo a militancias y simpatías partidistas, sino a los modos en que nos posicionamos frente a los asuntos públicos. Ciertamente, los procesos electorales se han caracterizado por la polarización en los años más recientes, como pudimos ver en 2016 en torno a las elecciones de Donald Trump en Estados Unidos y de Jair Bolsonaro en Brasil, donde después hubo virajes en dirección contraria en esas dos presidencias, al llegar Joe Biden en Estados Unidos en 2020 y regresar Luis Ignacio Lula da Silva en Brasil en 2023. El vínculo entre procesos electorales y polarización sigue para 2024. Como señalé hace algunas semanas, en este año coincidirán las elecciones presidenciales en México y Estados Unidos, así como otros 38 países alrededor del mundo y en varios de estos hay divisiones más o menos radicales entre opciones políticas.
Sin embargo, la polarización no se limita a las elecciones, otros procesos de toma de decisiones también han sido sumamente polarizados. Regresemos nuevamente a 2016, en ese año también coincidieron el referéndum en Reino Unido para ver si continuaba o no dentro de la Unión Europea y el plebiscito en Colombia para definir si se refrendaban o no los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC. En ambos casos, la discusión se polarizó espantosamente, circularon discursos de odio y de miedo y ganaron opciones que no eran las que se esperaban o las de mayor beneficio para la sociedad: Reino Unido salió de la Unión Europea, en lo que conocemos como Brexit; y en Colombia ganó el no a refrendar los acuerdos de paz. Más allá de estos procesos, hay polarización también en torno a la guerra, a la migración, al cambio climático, a los derechos de las mujeres y más.
2024 pinta para ser un año en el que continúe la polarización por muchos frentes. La comunicación jugará, como siempre, un papel clave. Hablo de la comunicación y no sólo de los medios de comunicación o de las plataformas digitales, porque es importante poner atención a los procesos de comunicación. La polarización no es sólo no estar de acuerdo, sino que se tiende a descalificar a quienes tienen posiciones contrarias a la propia sin discutir argumentos y, como decía antes, suele estar acompañada de discursos de odio y de miedo.
Es necesario asumir que no necesariamente vamos a estar de acuerdo siempre, sobre todo en sociedades tan diversas; que construir una ciudadanía crítica requiere centrarnos en los argumentos y los hechos; que somos responsables de la información que generamos o que compartimos, como actores políticos, como medios de comunicación, como periodistas, como profesores, pero también como ciudadanas y ciudadanos.
Hasta aquí mi comentario. Que tengan todas y todos un gran año.
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