La tierra de la Navidad en tiempos de guerra
“Si Jesús naciera hoy, lo haría debajo de los escombros de una casa en Gaza”, así se titula una nota de Paula Rosas para BBC Mundo. En ella da seguimiento al Nacimiento que instaló la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad en Belén, en la cual se aprecia un niño Jesús cubierto por un pañuelo palestino y recostado entre escombros. La idea es concientizar sobre la destrucción que está viviendo Gaza en una absurda guerra. La periodista destaca algunas declaraciones de Munther Isaac, el pastor de esa iglesia. Una de ellas es la que da título a la nota. Otra dice: “Queremos mandar un mensaje al mundo de que así es como se ve la Navidad en Gaza y en toda Palestina. Así es la Navidad en el lugar de nacimiento de Jesús: niños asesinados, casas destruidas y familias desplazadas”.
Hace algunas semanas, António Guterres, el secretario General de las Naciones Unidas, entregó una carta al presidente del Consejo de Seguridad para solicitarle que los estados miembros presionen para evitar una catástrofe humanitaria y que se declare un alto al fuego en Gaza. Argumentaba entonces que se ha estado asesinando civiles, en aquel momento se contaban más de 15 mil personas, de las cuales más del 40% eran niñas y niños. También señalaba que había más de un millón de personas desplazadas tratando de escapar de la guerra, que los sistemas de salud colapsaron y el orden público también. Esta exhortación no prosperó, sino que fue bloqueada por Estados Unidos, que sigue apoyando política y financieramente a Israel; así lo han denunciado organizaciones internacionales de derechos humanos.
Abril Benoît, Directora Ejecutiva de Médicos Sin Fronteras en Estados Unidos declaró lo siguiente: “Al vetar esta resolución, Estados Unidos vota en solitario contra la humanidad. El veto de Estados Unidos contrasta fuertemente con los valores que dice defender. Al seguir dando cobertura diplomática a las atrocidades que se están cometiendo en Gaza, Estados Unidos está demostrando que el Derecho Internacional Humanitario (DIH) puede aplicarse de forma selectiva y que las vidas de unas personas importan menos que las de otras”. Lo máximo que se ha logrado fue la resolución aprobada estos días, para que se permita la llegada de asistencia humanitaria a la población civil palestina en la Franja de Gaza.
En términos de comunicación, hay mucho que discutir. La cobertura informativa de la guerra en Gaza no ha sido muy amplia ni muy profunda en los medios occidentales. Confieso que más de una vez he dudado sobre qué fuentes seguir o a quién creer. La cobertura suele ser bastante más intensa cuando las víctimas quedan en países fuertes, como Estados Unidos o Francia. Hay también una falta de sensibilidad ante el dolor de los demás, como decía Susan Sontag, cuando podemos navegar entre noticias de más personas muertas en la guerra en Gaza, otras personas asesinadas en una universidad de Praga, o las y los jóvenes en una posada en Salvatierra y saltar a decidir qué película vamos a ver o qué vamos a cenar esta noche. Si bien las decisiones nacionales e internacionales sobre políticas de seguridad y paz nos quedan fuera del alcance, es atroz que estemos naturalizando todo.
Este año, las y los habitantes de la tierra de la Navidad no tienen mucho que celebrar y eso es lamentable. Como decía hace un par de semanas, cuando hablé del 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la elaboración de esta tuvo como motivación evitar los horrores que habían visto en la Segunda Guerra Mundial. Cerca de un siglo después, parece que no aprendimos lo suficiente.
Quizá parezca un poco incongruente que, después de decir todo esto, traiga una felicitación, pero algo de esperanza hemos de encontrar todavía en tiempos tan oscuros.
Ojalá que la Navidad —para quienes la celebramos— o las otras celebraciones propias de este tiempo se caractericen por la esperanza y la empatía.
Un abrazo para todas y todos.
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