Libertad de prensa: limitaciones y contradicciones

Hace un par de días vi pasar un tuit de una periodista, decía que la Guardia Nacional estaba resguardando a las y los periodistas que se encontraban cubriendo un mitin de una candidata a la presidencia en un municipio peligroso. Ella manifestaba que no sabía si sentir paz o preocuparse, paz porque por fin les protegen, pero preocupación porque, como ella misma decía, no es normal que les acompañen y eso podía indicar que había más riesgo. Paradójicamente, vi ese tuit precisamente el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. El Índice Mundial de Libertad de Prensa 2024 (World Press Freedom Index 2024) de Reporteros sin Fronteras sitúa a nuestro país en el lugar 121 de 180. El reporte señala que se trata de uno de los países con mayor concentración mediática y un contexto político adverso para las y los periodistas en varios sentidos.

De entrada, la violencia contra periodistas persiste y se agudiza. El Observatorio de Periodistas Asesinados de la UNESCO lleva un registro desde 1993. En este, México ocupa el nada honroso segundo lugar, con 158 periodistas asesinados, sólo después de Irak. La mayoría de esos casos aparecen como “no resueltos”.

En esa línea, Reporteros sin Fronteras hace evidente una contradicción: en México hay un marco legal que garantiza la libertad de prensa, pero la censura no viene de las leyes, sino de las prácticas, a través de otros mecanismos que limitan o impiden el ejercicio periodístico en condiciones de libertad. Entre estos mecanismos destacan las constantes descalificaciones que, desde las “mañaneras”, hace el propio presidente López Obrador contra periodistas que no están de acuerdo con él y han presentado posturas críticas. Así lo han documentado periodistas, investigadores y reportes como el Digital News Report 2023 del Reuters Institute, o el que cité antes, de Reporteros sin Fronteras. Esta lógica de “si no estás conmigo, estás contra mí” justifica que se descalifique, desacredite y agreda a periodistas, pero también a activistas e investigadores, como hemos visto en casos recientes.

Hay otro asunto interesante en la relación entre el presidente y la prensa. El Gobierno Federal encabezado por López Obrador ha ido reduciendo desde 2019 el presupuesto destinado a publicidad oficial, es decir, el dinero destinado a medios de comunicación. Un informe sobre el financiamiento del periodismo en México, elaborado por los investigadores Juan Larrosa-Fuentes, Rodrigo Gómez, Argelia Muñoz Larroa y Gabriel Sosa Plata y publicado por Media and Journalism Research Center, OBSERVACOM, la Universidad de Santiago de Compostela y la UAM Cuajimalpa, señala que mientras Peña Nieto ejerció 11 mil 864 millones de pesos en publicidad oficial en 2018, con López Obrador en 2019 se redujo a 3 mil 694 millones de pesos y llegó, en 2022, a 2 mil 432 millones de pesos. Eso rompe con la dependencia que muchos medios tenían del gobierno, les obliga a repensar sus esquemas de financiamiento, pero también les da más libertad para trabajar. La paradoja es que esa libertad se ve amenazada cuando las posiciones críticas son castigadas con las descalificaciones y agresiones que mencioné antes.

En suma, la libertad de prensa, tan necesaria en toda democracia que se precie de serlo, es más una aspiración que una realidad en este país. Desde aquí mi reconocimiento a las y los periodistas que, sea desde grandes grupos mediáticos o medios independientes, ejercen el periodismo en un momento tan complicado; y mi reconocimiento también a las y los estudiantes que se están formando como periodistas.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Dorismilda Flores-Márquez
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