Lo que aprendo de mis estudiantes

La primera vez que estuve frente a grupo en una universidad fue en 2004 en el Tec de Monterrey Campus Zacatecas, como parte de una suplencia. En aquel tiempo todavía no sabía lo que la docencia le iba a aportar a mi vida.

Es un error pensar que las y los profesores “transmitimos” conocimiento al estudiantado, como si lo supiéramos todo y como si se tratara de un objeto que no se mueve ni se actualiza. Por el contrario, construimos con ellas y ellos y aprendemos mucho en el camino. Como decía Paulo Freire: "Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su producción o construcción. Quien enseña, aprende al enseñar y quien aprende, enseña al aprender". Fue eso, justamente, lo que hizo que la docencia dejara de ser mi actividad extra para convertirse, junto con la investigación, en la principal.

En estos años —que, además de los del Tec, suman 10 en la Universidad Autónoma de Aguascalientes y casi ocho en la Universidad La Salle Bajío— mis estudiantes me han enseñado mucho de lo que les interesa y también me han empujado a ver en lo que me interesa otras dimensiones que no había considerado.

Me interesa la alfabetización digital, pero no me había preguntado por el reconocimiento y la compasión que sienten por el otro las y los adolescentes en internet, como lo vio Ernesto en su tesis. Me interesa el género, pero no había visto con tanto detalle la brecha de género en STEM, como la está abordando Ariana. Tampoco había visto con suficiente atención los desafíos de comunicación y de circulación en la ciudad que viven las personas sordas y ciegas, como me enseñaron Víctor y Fernando; ni me había detenido tanto a analizar la discusión pública en redes en torno al huracán Otis, como hicieron Ale, Brenda y Leo.

Podría seguir con una lista enorme de cosas que he aprendido de los proyectos de mis estudiantes, pero lo que he aprendido rebasa los temas y resultados de investigación. Hay muchas lecciones de vida también, como cuando alguien dejó una ingeniería para irse a estudiar música, que era lo que realmente quería; como cuando alguien más nos dijo que la música lo salvó, porque estudió gracias a becas de una orquesta comunitaria y una orquesta universitaria; o las miles de veces que me ha tocado ver la empatía entre estudiantes ante situaciones complicadas.

Nunca sabemos con qué cargas llegan nuestras y nuestros estudiantes, como cuando en pandemia me llegué a frustrar ante grupos en los que casi todas las personas tenían cámaras y micrófonos cerrados, frente a una minoría muy participativa. Tardé en darme cuenta de que al otro lado del silencio había una chica cuidando de que sus hermanitos comieran e hicieran la tarea, de que un chico que se tuvo que regresar a su comunidad trabajaba como mesero y albañil para librarla y se conectaba en el teléfono con sus datos desde el rancho, de que hubo quienes compartían una misma computadora para toda la familia, quienes perdieron a familiares y amistades y también quienes tuvieron problemas de ansiedad y depresión. Fuera de la pandemia, me ha tocado ver casos complicados también, como aquellos en que asumen las tareas de cuidado de personas de su familia con discapacidades o con enfermedades graves, o quienes lidian con sus propios padecimientos físicos o mentales, o incluso con las incertidumbres.

A veces esas incertidumbres se cruzan con las mías. Como alguna vez me dijo Luis, mi jefe: mientras nosotros envejecemos se va abriendo la brecha con estudiantes muy jóvenes, que viven cosas muy diferentes a las que nos tocó vivir cuando teníamos la misma edad. No podemos evitar eso, tampoco podemos regresar en el tiempo y corregir los errores. Lo que nos queda es acompañarles y aprender todo el tiempo.

Hace algunas semanas unas estudiantes que están a punto de terminar la carrera, recolectaron mensajes entre sus profes. Les escribí esta frase de Tolkien, que dice Gandalf en El Señor de los Anillos: “Todo lo que tenemos que decidir es qué hacer con el tiempo que se nos da”.

Felicidades —tardías, pero felicidades— a todas y todos los estudiantes.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

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Dorismilda Flores-Márquez
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