Más niñas científicas
Mañana once de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y para contribuir a su conmemoración desde mi condición de adulto varón tomé un libro que tiene mi hija de nueve años, Julieta, llamado “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes” y les traeré una historia verdadera:
Había una vez una joven que no podía seguir estudiando cuando oscurecía porque en su casa no había electricidad. Un día, llego su amiga, Ann, y vio la dificultad que tenía dicha familia y en particular su amiga para sacar buenas notas en la escuela, por lo que juntas hablaron de ese problema.
Ann era muy buena para construir cosas, y en especial la apasionaban los transistores, esos pequeños mecanismos que regulan la electricidad. “¿Y si invento una linterna que se cargue con calor del cuerpo?” Preguntó Ann a su amiga que no tenía luz en su casa, “pues nuestros cuerpos producen mucha energía en forma de calor.”
¡Ambas se emocionaron “! Imagina cuanta gente podría tener electricidad si esto funciona!” Ann, con alrededor de quince años de edad, pero tenía mucha experiencia desarmando y rearmando cosas, pues desde niña con algunos aparatos de sus padres o que encontraba tirados, los probaba, cambiaba, modificaba, etcétera en concreto experimentaba empíricamente.
Así que se puso manos a la obra para crear esa nueva linterna misteriosa que pudiera ayudar a su amiga. Después de varios intentos y pruebas lo logro, y la llamo Linterna Hueca porque la construyo con un tubo de aluminio hueco.
Cuando la presento en la Feria de las Ciencias de Google, ¡gano el primer lugar! Es la primera lámpara que no requiere baterías, viento o sol, solo calor corporal. En la actualidad, Ann es considerada una de las inventoras más prometedoras de nuestros tiempos.
Su sueño es que las linternas huecas lleguen sin costo algo a las manos de todas las personas que no puedan pagar electricidad. “Me agrada la idea de usar la tecnología para hacer del mundo un lugar mejor y ayudar al medio ambiente. Basta con estar vivo para producir luz.” Suele decir Ann Makosinski científica canadiense.
Esta historia nos deja distintas reflexiones, por ejemplo, que el ayudar al otro, puede detonarnos la creatividad y la curiosidad por inventar; pues la ciencia tiene que retomar su esencia de retribuir socialmente, ayudar a solucionar problemas, principalmente para mejorar las condiciones de vida de los otros y los no tan privilegiados, no solo entrar en la vorágine de la innovación y creación para el consumo, para producción o el enajenamiento; otra reflexión es la importancia de que las niñas y jóvenes se les despierte el interés por la ciencia, la innovación, la investigación.
Una última es que leas a tu hija más cuentos de mujeres rebeldes como el de Ann Makosinski y menos cuentos de hadas. Para con ello siembres en tu hija la curiosidad intelectual y científica y sepa que ella puede ser lo que quiera ser.
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