México con sus líderes "non gratos"
Pues va de cuento, a un buen amigo, que en paz descanse, le solíamos hacer la broma “don Sergio”, por ahí andan diciendo esto es un degenerado y contestaba en pretérito: “vaya, al fin me reconocen mis méritos”. Me acordé de esta anécdota porque al desquiciado que cumple como Presidente de la República, el gobierno de Perú lo acaba de considerar “persona non grata”, no grata para su país. El soquete manifestó al respecto, lo considero un timbre de orgullo, los alienados y aliados de su corte en identidades federativas morenistas se apresuraron como focas a babear y aplaudir en una publicación periodística en la que expresaron que están prestos a ser nombrados también non gratos. No tendría necesidad de provocar a Perú, millones de mexicanos ya los consideramos non gratos. El austero y modesto ocupante de palacio nacional, en su delirio ha pretendido, no solo convertirse en el Mesías y salvar a México, sino también en el nuevo Bolívar de cierto fiscal de las Américas, aunque parece que sus colegas de Centro y Sudamérica ya no le tienen tanta confianza, supuesto que han deferido sin fecha la reunión cumbre que el orate de palacio había convocado.
El 27 de septiembre de 1930, en el aniversario de la consumación de la Independencia con el calache del presidente de la República Pascual Ortiz Rubio, Don Genaro Estrada, secretario de Relaciones Exteriores, dio a conocer un documento oficial que se conoció y se conoce como Doctrina Estrada que se convenza en los siguientes términos: el gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta práctica es denigrante, ya que a más de herir la soberanía de las otras naciones, coloca estos en el caso de que sus asuntos interiores puedan ser calificados en cualquier sentido por otros gobiernos, quienes de hecho, asumen una actitud de crítica al decidir honorable o deshonorable sobre la capacidad legal-regímenes extranjeros. El gobierno mexicano solo se limita a mantener o retirar cuando lo crea procedente a sus agentes diplomáticos, sin calificar precipitadamente ni a posteriori, el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades. Desde entonces su aplicación nos había traído respecto en el ámbito internacional con dos excepciones: Luis Echeverría con su postura ante España y Andrés Echeverría-López Obrador por su postura ante Perú el asunto lamentablemente para nuestro país ya no es político, ya es psiquiátrico.
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