México y Ecuador. Violencia y elecciones

Ecuador vive una violencia motivada por el crimen organizado. En los últimos días se han llevado a cabo motines penitenciarios, la toma de un canal de televisión, y atentados en diversos puntos estratégicos del país, como respuesta de los cárteles ante las acciones que el gobierno de aquel país ha emprendido para combatir el crimen y a los líderes criminales. La respuesta de la delincuencia han sido los actos terroristas.

Ante este escenario, el poder ejecutivo ecuatoriano declaró Estado de excepción, con toque de queda, restricciones a las libertades ciudadanas, y empoderamiento de las acciones policiacas para combatir a los cárteles, a los que también se les dio la nomenclatura de Grupos Terroristas. Varios de estos cárteles tienen presuntos vínculos con organizaciones criminales en México; y su actuar ha sido muy similar a los atentados que hemos vivido los mexicanos.

En la administración de Obama se impulsó la idea de dar a los cárteles mexicanos la nomenclatura de Grupos Terroristas. Esa idea se volvió a impulsar el año pasado, luego de que ciudadanos norteamericanos en México padecieran la violencia criminal que nosotros vivimos a diario. Así, términos como “narcoterrorismo” o “narcoinsurgencia” del crimen organizado sonaron como antesala de un escenario en el que cárteles en México pudieran “tomar el poder”.

El término terrorismo se refiere al empleo de la violencia en contra de civiles, como estrategia para generar conmoción en terceros, a fin de comunicar un mensaje político e influir en el poder, empleando al terror como vehículo. En esa hipótesis, los cárteles mexicanos sí han usado estrategias terroristas, sin ser de facto grupos insurgentes, pero con la intención de influir en el poder del Estado en zonas del país. 

Por ejemplo, de acuerdo al estudio “Votar entre balas”, hecho por Data Cívica y el CIDE, de 2018 a 2024 se han registrado en México 1,564 ataques, asesinatos, atentados y amenazas contra personas que se desempeñan en el ámbito político gubernamental. Unos 150 de esos ataques fueron contra personas que tenían alguna candidatura. Así, la violencia electoral del crimen organizado busca influenciar la vida pública en amplias zonas del país.

No falta mucho para que nuestro país tenga que implementar medidas como las de Ecuador, con el fin de asegurar la presencia funcional del Estado en muchas regiones del país que viven bajo el régimen de los cárteles y las organizaciones delictivas. Esto se acentúa este año, en el que las elecciones crearán un contexto propicio para que el crimen, otra vez, emplee la violencia para influir en el poder.

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