Navidad para niños de la calle
Hemos sido incapaces de resolver uno de los problemas más dolorosos para nuestra sociedad.
En la intersección de la generosidad y la realidad social, encontramos una escena que se repite siempre por estas fechas navideñas en las que nuestros corazones se llenan de bondad y esperanza. En nuestras ciudades tanto servidores públicos como ciudadanos entregamos juguetes, comida y ayuda como podemos a los niños y sus familias en situación de calle. A primera vista, es un acto de bondad pura, esperanza en la dura vida de estos pequeños. Pero la realidad es que es apenas una aspirina para un cáncer que carcome a nuestra sociedad.
En este gesto, hay un contraste que sin importar cuanto demos no nos puede dejar de doler: por un lado, la empatía y la solidaridad; por otro, el reflejo de un problema social profundo y persistente. La presencia de niños en las calles es una muestra de nuestro fracaso como sociedad.
Estos niños deberían vivir en un entorno seguro, disfrutar de su infancia, asistir a la escuela y tener familias con empleos dignos. Sin embargo, la realidad es otra, y no podemos ignorarla.
La responsabilidad recae tanto en los padres como en la sociedad y, especialmente, en el gobierno. Este último, financiado por nuestros impuestos, tiene el deber de implementar políticas y programas efectivos que aborden las causas fundamentales de la pobreza y la desigualdad.
Celebrar que servidores públicos entreguen juguetes una vez al año, si bien es un acto noble, podría desviar la atención de las acciones que si se tienen que tomar para que el próximo año no sea necesario que tengan que salir a dar limosna.
No celebremos con aplausos estos actos simbólicos; no romanticemos la pobreza. Queremos ver a los niños fuera de las calles, no solo con juguetes en sus manos, sino con oportunidades de educación y de un futuro. Queremos que el presupuesto que tiene el municipio y el gobierno del estado se priorice para destinar apoyo solidario y subsidiario a las familias para educar a los padres en oficios y habilidades, y a brindar una verdadera salida a la pobreza.
Este es un llamado a la reflexión y a la acción. Como comunidad, no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la incapacidad del gobierno. Debemos exigir y buscar soluciones alternativas. No podemos limitarnos a aliviar temporalmente el dolor; debemos erradicarlo de raíz.
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión