Neurociencia educativa para mejorar la enseñanza

La educación es un proceso bidireccional de enseñanza y aprendizaje; por un lado, la enseñanza es un acto esencialmente social, ya que se da a partir de la interacción de personas en diferentes espacios, ambientes, y momentos; en tanto, el aprendizaje es un proceso interior en cada persona, centrado principalmente en el cerebro -como órgano principal-, pero auxiliado por toda la corporeidad. El aprendizaje se construye mediante relaciones sociales y naturales, y sus manifestaciones se dan de forma conductual, relacional, y reflexiva.

La neuroeducación concibe a la educación como un ejercicio social en todas las dimensiones del ser humano, en su parte biológica, psicológica, y social; esta rama de la neurociencia, considerada una ciencia emergente -con un poco más de 20 años de desarrollo-, se alimenta de la psicología, -como la ciencia que estudia la mente- (el pensamiento y la conducta), de la pedagogía, como ciencia social enfocada en la reflexión educativa en las diversas etapas de la vida -para estos efectos, esencialmente en las técnicas de enseñanza-, y propiamente de la neurociencia, como área del conocimiento del desarrollo, la estructura, y el funcionamiento del cerebro. Son estas tres principales ciencias transdisciplinares, que, junto a otras de manera auxiliar, sirven a la neuroeducación. 

Ahora bien, entre los propósitos de la neuroeducación, se encuentra el ayudar a los profesionales de la educación, específicamente a los docentes, a comprender el funcionamiento del cerebro, y como se relaciona con los procesos de aprendizaje, identificar las características de la maduración cerebral, y el desarrollo de habilidades emocionales, cognitivas, y conductuales. Así como erradicar de su concepción y, por lo tanto, de su práctica, falsas creencias, mitos, prejuicios, o tabús, sobre la enseñanza. Francisco Mora, uno de los pioneros de la neurociencia apuntó: “Intentar enseñar sin saber como funciona el cerebro, es como intentar diseñar un guante, sin haber visto nunca una mano”. 

Un concepto que se deriva de la neurociencia, es la cognición, a la que se puede definir como la variedad de procesos mentales -diferenciados de los fisiológicos- que suceden en el cerebro, entre los que se encuentran, la percepción, la atención, la memoria, el razonamiento, entre otros, que son útiles para la interacción del ser humano con sus pares y con el entorno. La cognición como proceso inicia con la recepción de estímulos que se reciben del entorno, se procesan, y se produce respuesta a los mismos. Este ciclo, es denominado de “percepción-acción”, y se reproduce reiterada y permanentemente, primero, cuando se percibe un estímulo -señal física, ambiental, verbal-, a través del cuerpo y/o los sentidos, posteriormente se produce la predicción, es decir, se pone en marcha el uso de la memoria y el ejercicio del razonamiento, en seguida, se pasa a la acción al dar una respuesta o asumir determinada conducta, y, por último, se llega al resultado, que consiste en la simbolización o manifestación a través de los lenguajes, todo esto en un ciclo repetitivo como parte del proceso de aprendizaje. 

Otro de los procesos que se realiza a nivel cerebral íntimamente relacionado con el aprendizaje es la neuro plasticidad, esta puede definirse como la característica estructural y funcional del cerebro que hace posible el aprendizaje mediante la interacción de conexiones físicas como la sinapsis -comunicación entre neuronas-, así como las cognitivas, y memorísticas. En palabras de Néstor Braidot, reconocido académico de la neurociencia, “la neuro plasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas redes o modificar las existentes a cada instante como resultado de la interacción de un individuo con el entorno”. En resumen, el cerebro es capaz de modificarse para desaprender y aprender nuevas conductas y habilidades como resultado de estímulos constantes y repetitivos. 

Como uno de los órganos más complejos de nuestro cuerpo, el cerebro requiere de múltiples condiciones para funcionar adecuadamente y realizar todos sus procesos, incluido el aprendizaje; entre estos requerimientos, se encuentran una buena alimentación, necesaria para la transmisión de información entre neuronas, y para dar lugar a la neurogénesis -nacimiento de nuevas neuronas-, así como para mantener activas las funciones cognitivas (atención, percepción, memoria, estado de ánimo, entre otras). Otra necesidad del cerebro es la actividad física, ya que la misma contribuye a mejorar la plasticidad cerebral, aumentar la neurogénesis, incrementar la vascularización cerebral -necesaria para irrigar mejor el cerebro-, así como para incrementar el nivel de los denominados neurotransmisores, como la noradrenalina -necesaria para la atención-, la serotonina -responsable del estado de ánimo-, y la dopamina -encargada de la motivación-. Por último, el descanso a través del “buen dormir”, ayudará a la consolidación de la información recibida durante el día, mejorando la memoria, la regeneración neuronal, así como la gestión emocional o conductual. 

Como se podrá deducir, todos los anteriores, son factores importantes para la salud cerebral y por ende para el aprendizaje. En buena medida, en muchas ocasiones no son procurados o atendidos de manera intencional o explicita durante el proceso de enseñanza a los estudiantes, -o bien, se realizan de manera desarticulada, sin intencionalidad, o con información imprecisa-, siendo que son de suma importancia para que efectivamente se lleve a cabo un buen proceso de aprendizaje. En la medida en que el docente conozca estos principios, los reflexione e interiorice, así como, inicie con el abordaje en pequeñas intervenciones -como breves aproximaciones o ensayos intencionados- durante el trayecto formativo, podrá modificar sus propios hábitos y los de los estudiantes, de tal manera que se promueva la neuro plasticidad, la salud cerebral, emocional, y un aprendizaje más significativo. 

“El hombre, si se lo propone, puede llegar a ser escultor de su propio cerebro”. S. Ramón y Cajal.

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Ulises Reyes Esparza
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