Ni maíz
En días pasados, se publicó en el Diario Oficial de la Federación un nuevo decreto relacionado con el maíz genéticamente modificado en nuestro país, el cual sustituye al decreto de 2020 que establecía la revocación de permisos y la prohibición de su importación.
El maíz denominado transgénico es el que se ha modificado genéticamente mediante métodos biotecnológicos, con la finalidad de hacerlo más nutritivo, resistente a riesgos climáticos o plagas. Esta resistencia ha permitido el uso de herbicidas más agresivos como el glifosato, siendo este el más usado en todo el mundo, introducido al mercado en 1974 por la empresa Monsanto.
Según un artículo de Conacyt, su uso se incrementó 1,500% a partir de 1996 con la comercialización y siembra de maíz, algodón y soya genéticamente modificados (GM), tolerantes al glifosato (es decir, que no mueren al aplicarles el herbicida).
Actualmente, cerca de 50% del uso global de glifosato en la agricultura se destina a cultivos transgénicos. En la exposición de motivos para este nuevo decreto, se menciona el derecho para una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, a la protección a la salud y a un medio ambiente sano.
Textualmente, se menciona que, en los últimos años, distintas investigaciones científicas han alertado que el glifosato tiene efectos nocivos en la salud de los seres humanos, el medio ambiente y la diversidad biológica, y ha sido identificado como probable cancerígeno en humanos por la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer.
Cabe aclarar que no todos los cultivos transgénicos usan glifosato, ni todos van dirigidos a consumo humano, pero que es una práctica en la agricultura que aumenta la productividad de las cosechas.
El maíz blanco va dirigido al consumo humano principalmente, y por primera vez en muchos años las importaciones rebasaron a las exportaciones a partir de 2021.
Mientras que, en el maíz amarillo, 8 de cada 10 toneladas se destinan al consumo pecuario y 2 al humano, de las cuales el 75% es de importación.
Mientras tanto, la inflación de los productos agropecuarios se ubicó cercana al 10% en enero de 2023. Estas restricciones pueden salir contraproducentes tanto para los productores, empresas y consumidores mexicanos.
A este paso, no tendremos ni maíz para las tortillas.
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