Perspectiva. Censura pura y dura

La verdad, disfrutaba los lunes el programa en Radio Fórmula de Ciro Gómez Leyva con la presencia de Lilly Téllez. La senadora es mordaz, alegre y ocurrente. Sé que a mucha gente no le agrada por conservadora o por estridente, sin embargo le añadía fresca picardía.

Llevaba una pieza de pastelería distinta cada semana para celebrar que el tiempo de López Obrador está por terminar. Contaba las semanas como muchos contamos los días. Hay que recordar su tránsito de Morena al panismo. Ella llegó invitada por AMLO cuando era candidato, en un afán de abrir el abanico político.

Al igual que Germán Martínez, creyó en el proyecto de Morena en 2018. La inclusión de cuadros identificados con la derecha como Téllez y Martínez, le daba pluralidad a la campaña. Andando el tiempo y con las promesas incumplidas de López Obrador, con su autoritarismo y decisiones equivocadas en contra de la República, comenzó el desencanto.

Téllez tiene la pasión política a flor de piel. En el Senado dio los discursos más fuertes en contra de AMLO, incluso señalando que debería ir a la cárcel. Fue entonces cuando parecía ser la candidata natural del PAN, cuando nadie levantaba la voz tan alto y fuerte como ella. Por eso Ciro encontró a alguien popular para contrarrestar la presencia del ex ministro Arturo Zaldivar y de Epigmenio Ibarra, dos acólitos de la 4T. Con Lilly los lunes y Germán los jueves, daba equilibrio político.

Pero llegó el INE con sus normas absurdas, las de querer administrar o fiscalizar los espacios informativos de la radio y la televisión. Como son concesiones, deben acatar la norma de tener espacios “equitativos” para los partidos. Algo que también quisieron alguna vez hacer con los medios impresos que no son concesiones y no pudieron. Era una locura.

La ley es tan absurda que trata de medir lo que resulta imposible. Si un medio impreso o hecho para las redes sociales quiere ser totalmente partidista, lo puede hacer sin temor y en absoluta libertad. Tenemos el caso de Latinus, el medio rabiosamente anti López Obrador, el medio más crítico al que no le pueden ni modificar una coma porque no vive en el espacio de radiofrecuencias “propiedad de la Nación”. Aunque Carlos Loret de Mola incluye en sus entrevistas y en su cobertura de la campaña al Frente, a Morena, y a Movimiento Ciudadano, su información es la pesadilla de Palacio.

Hay otro caso notable: Atypical TV, el canal de Carlos Alazraki en Youtube, quien convirtió el patio de su casa en el bastión más duro en contra de Palacio y todo lo que le rodea. Alazraki se da el lujo de recordarle el 10 de mayo al presidente sin que alguien se lo impida, sin que el INE lo pueda censurar. Las redes sociales están lejos de las manos de la Secretaría de Gobernación o del INE. Es la jungla, el viejo oeste, el espacio sin límites más allá de los que ponen Alphabet y Meta.

Ramón Alberto Garza, uno de los periodistas que inauguraron la época de libertades en el país, publica en Código Magenta investigaciones que nadie puede censurar. Utiliza Facebook para difundir el huachicol fiscal o las trapacerías de Samuel García en Nuevo León. Produce reuniones de crítica con algunos colaboradores y crece su audiencia por sus noticias exclusivas. Tampoco a él lo pueden censurar.

El lindero lo cambiaron los nuevos medios. Seguro Lilly hará su propio canal.

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Enrique Gómez Orozco
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