Perspectiva: Cómplice del asesino
El compás moral de Donald Trump está roto. Destruyó en pocos días la alianza con Europa, se sentó a la mesa con Putin, el invasor asesino de Europa y sacó de la mesa de negociación a la víctima. Por si fuera poco llamó “dictador” al líder de las víctimas, Volodímir Zelensky. Es un monstruo.
Es el punto más bajo de Estados Unidos desde la invasión a Vietnam. Nunca en nuestra generación habíamos visto una traición política de tal magnitud. Las consecuencias pueden ser imprevisibles porque enaltece al villano y denigra a la OTAN al excluirla de cualquier acuerdo.
Rusia se verá tentado a llevarse más territorio del que ha invadido y las condiciones de perdón a sus crímenes de lesa humanidad. Recordemos que la Corte Internacional de La Haya ordenó la detención de Putin por crímenes de guerra. A la fecha Rusia y Ucrania tienen un millón de muertos y heridos: soldados, civiles y familias enteras fueron bombardeados sin misericordia. Qué decir de los millones desplazados a otros países.
Suecia y Finlandia tuvieron que unirse a la OTAN para defenderse ante una posible invasión. Incluso México condenó al sátrapa en voz de Juan Ramón de la Fuente cuando nuestro país participó en el Consejo de Seguridad de la ONU en 2022. El próximo lunes se cumplirán 3 años de la desgracia, que también llevó al pueblo ruso a la desesperanza.
El estupor en Europa se convierte en un odio claro hacia Trump. Una de las condiciones que conlleva el populismo es la pérdida del sentido de la justicia. La impunidad puede prevalecer mientras eso convenga al gobernante. Lo vimos en Hitler, Mao y Stalin. Lo vimos aquí mismo cuando se protegió a los cárteles por inconfesables razones.
Por si fuera poco, un día sí y otro también, Trump muestra la espada, envuelta en tarifas. Culpa a Europa, a China, a México y a Canadá de su déficit comercial, cuando su origen está en la falta de competencia en industrias básicas o simplemente es fruto natural de las ventajas competitivas de cada país.
Son tiempos bajos para Occidente. El resultado lo podremos ver pronto con el ascenso de China. Si Estados Unidos lava la cara al asesino Putin, si abandona a su suerte a Ucrania y deja que el monstruo consolide la posesión de Crimea y de la región del Donbás, los ciudadanos norteamericanos serán parte de esa traición.
El partido demócrata debía levantarse desde ahora para explicar a la población lo que implica que una democracia ejemplar se convierta en lo que es hoy: una autocracia. Trump gobierna como dictador: desobedece órdenes judiciales, amaga a sus propios trabajadores federales y rompe la decencia que alguna vez tuviera Estados Unidos cuando deporta a civiles encadenados a sus países de origen. Ese trato sólo lo vimos en las películas históricas donde los esclavos africanos llegaban a América amarrados con lazos o con cadenas.
El pueblo norteamericano debe repudiar las acciones de su presidente y los funcionarios que le acompañan. Además de la condena internacional, Trump debe recibir una rebaja en las encuestas, ahí donde le duele más al aprendiz de dictador. Los mismos “cronies”, cuates de Trump deben comprender que a largo plazo el destino de Estados Unidos está comprometido. Google nos quita el nombre del Golfo de México para nombrarlo el Golfo de América. Obedece a Trump. Hace bien nuestra presidenta en litigar el asunto contra la empresa trasnacional. Pero eso será bueno verlo desde otra perspectiva.
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