Perspectiva. A debate: López Obrador, Ricardo Salinas y Javier Milei

Javier Milei, el flamante presidente de Argentina, fue a la reunión del Foro Económico Mundial de Davos. Ahí explicó las virtudes del mercado, las empresas y la libertad (¡carajo!). Para los partidarios de la derecha fue música en sus oídos; para los socialdemócratas, socialistas y estatistas populistas, fue un agravio.

La verdad es que ese auditorio de empresarios y líderes políticos de todo el mundo, son personas en su mayoría moderadas que transitan por los bordes interiores del centro; algunos más de izquierda, otros más de derecha.

Las verdades de Milei: nadie crea tanta riqueza como la iniciativa privada y Occidente debe retomar su valor para generar prosperidad.

Las mentiras de Milei: entre menos Estado es mejor, el Estado consume recursos que serían mejor utilizados por los particulares.

La realidad marca que los países desarrollados como los nórdicos, tienen un buen balance entre empresas privadas y gobiernos democráticos que ayudan a una mejor calidad de vida.

El tema lo retomó Ricardo Salinas Pliego con gran entusiasmo. El dueño de Elektra y Banco Azteca -quien escenifica una guerra contra Jesús Ramírez- asume que la burocracia nos roba al cobrarnos demasiados impuestos. Algo que no es del todo cierto. El cobro de impuestos es indispensable para que el país funcione. El problema es que hagan pésimo uso de ellos o de plano se los roben a través de la corrupción.

Salinas Pliego no hubiera podido crecer su imperio económico sin un mínimo de leyes, regulaciones y concesiones. La discusión entre Salinas y los personeros de López Obrador ha llegado a niveles de pleitos de vecindad - o peores para no ofender a las vecindades-. Homofobia, insultos, guerra sucia en redes en contra de Banco Azteca y el uso de recursos públicos para presuntamente descarrilar las empresas del Grupo Salinas.

Milei lucha contra la política del dispendio de fondos públicos en proyectos que destruyen valor en manos de gobiernos incompetentes y populistas como la petrolera argentina YPF. El mejor ejemplo en México son: Pemex que habrá perdido más de un billón de pesos durante el sexenio. El Tren Maya que, además de los 500 mil millones de pesos utilizados para su construcción, gastará fondos públicos año con año sin límite en el horizonte. Qué decir de la refinería de Dos Bocas, que costará el equivalente a 10 refinerías como la de Deer Park con la misma producción.

El problema, como dijo Deng Xiaoping no es que el gato sea blanco o negro, sino que atrape ratones. El tema no es si la empresa es privada o pública sino que genere valor.

Aerolíneas Argentinas perdió 8 mil millones de dólares desde que la compró el gobierno, en cambio Singapore Airlines, que tiene participación estatal, está obligada a generar valor año con año, además de llevar prestigio y turismo a la pequeña isla.

Noruega tiene el fondo de inversión más grande del mundo después de Arabia Saudita. El país nórdico tiene sólo 5.5 millones de habitantes pero logró acrecentar su patrimonio de 1.5 billones de dólares invertido en todo el mundo (21 veces lo que perdió Pemex). Venezuela tiene más petróleo y gas que Noruega pero ni siquiera puede pagar a los maestros de enseñanza primaria que ganan el equivalente a 20 pesos diarios. Están tan pobres que apenas dan clases dos o tres días por semana. (Continuará)


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Enrique Gómez Orozco
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