Perspectiva. Desvíos y desvaríos
“Cuando llegues a una bifurcación en el camino, tómala”
Yogi Berra
Sobre la carretera CDMX - Querétaro hay un corte. De regreso de la capital miles de autos y camiones (no sé cuántos) esperan en paro total. Pipas, trocas y vehículos particulares aguardamos en silencio.
Desafortunadamente es algo común en esta vía, en esta arteria, la más caudalosa en tráfico en México. Le podríamos llamar la aorta del país. Los cortes pueden tener muchas causas. En el momento que escribo no sé por qué esperamos. Waze dice que hay un accidente a unos kilómetros de distancia pero el algoritmo no distingue entre un accidente o una manifestación política. Puede ser cualquier cosa.
Un chofer transportista quiere arreglar el problema. A 150 metros hay una salida de la súper. Podríamos tomar una vía alterna de caminos vecinales de Jilotepec en el Estado de México, para hacer un “bypass” al norte e incorporarnos de nuevo a la 57D. Dijeron que el problema es un accidente. Se incendió un vehículo y, si hay defunciones, no pueden moverlo. No pude corroborarlo.
Es de poca inteligencia y alma pobre aburrirse, eso lo supe desde la adolescencia. La mente no puede atorarse o estar en “parking”. Recordé ese gran libro llamado “La Meta” escrito por Eliyahu M Goldratt. Una novela sobre la administración que explora los cuellos de botella en la administración, para no vivir culpando o con culpas. Para vivir solucionando problemas en equipo. También recordé su éxito editorial que a un buen amigo, Alfonso Castillo, le dio una utilidad de 70 millones de pesos cuando lo publicó hace algunas décadas. El libro sigue vigente.
La espera se convierte en una metáfora. Los mexicanos vivimos sorteando cuellos de botella. Muchos de ellos generados por incompetencia, burocracia y en muchos la fricción que genera la corrupción. “Red tape” o cinta roja le llaman en inglés. Pero la mayoría los llevamos en la mente, fruto de la educación, los dogmas y las decisiones que tomamos.
Luego pensé en la teoría de las decisiones. ¿Por qué no hice caso del Waze que indicaba un retorno en U para tomar otra ruta? Hacía años que no transitaba por esa autopista y la mente está habituada a que todo fluirá en el futuro porque así sucede en el presente. Pero no siempre es así.
Nuestro ángel de la guarda desconocido pudo alinear una troca que estorbaba el paso por el acotamiento. Pudimos escurrir el auto entre la valla y un trailer “full”, esos de dos cajas. Luego de salir, ví que el siguiente “materialista” no cabía por el hueco. Tenía que seguir adelante. Habíamos sido los únicos afortunados en salir del nudo.
Encontramos los caminos vecinales de Jiquilpan, primero con grandes parques industriales a los lados y después con un espeso bosque de encinos y otras especies con tonos verdes y dorados. El atardecer en la campiña de esa zona resultó un regalo. El sol en el horizonte de otoño nos transportó al dorado paisaje del Estado de México.
Finalmente hicimos el paso al norte y arribamos a una supercarretera desierta. La 57 seguía bloqueada y sólo dos o tres autos la transitaban. Seguimos para llegar a San Juan del Río. El Waze volvió a decir que había otro tapón en algún lugar por delante y debíamos volver en U. Esta vez hicimos caso y terminamos regresando por el libramiento Palmillas-Apaseo.
La vida es impredecible. Esperaba cerrar esta columna con un comentario sobre los avatares del nuevo gobierno estatal y terminé con esta pequeña reflexión de flujo de conciencia. Después de conducir 6 horas y media, la última sorpresa fue que el auto pidió hacer una pausa porque asumió nuestra fatiga. Una taza de café en la pantalla central fue otra novedad inesperada.
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