Perspectiva: El gran desafío
Nunca habíamos visto una afrenta política contra la presidenta y el expresidente de México como la que Ricardo Salinas Pliego cometió el fin de semana pasado. Al cumplir 70 años, desafía al gobierno de la presidenta Sheinbaum. En su celebración multitudinaria en la Arena de la Ciudad de México, realizó dos parodias durísimas. Una contra Andrés Manuel López Obrador y otra contra la propia presidenta.
A López Obrador no lo bajó de pillo ni de protector de narcotraficantes. Lo mostró como el jefe del “cartel de Macuspana”. Se burló de su familia y de su cartera con 200 pesos. Todo lo escenificaron como si fuera un programa de TV Azteca. El magnate explicó el origen del cobro que el SAT quiere que liquide. La última cuenta la dio la propia presidenta en una de sus conferencias mañaneras: 48 mil millones de pesos.
Antes, habían dicho que eran 75 mil millones, pero la cifra cambió. Salinas dice que la cuenta que había convenido con el entonces presidente López Obrador era de 7 mil millones y que quiso pagarla, pero no se lo permitieron. Con tanta cifra variable, comprendemos que hay una batalla de poder, una que, por la tradición histórica, el gobierno no puede perder. A menos que el grupo Salinas fuera vendido, en todo o en parte, a terceros para saldar cuentas con el SAT y dejar el camino abierto al “Tío Richi” para una posible candidatura presidencial. La fuerza del desafío es inédita en la política nacional. Ni siquiera a presidentes más débiles, como Miguel de la Madrid o Vicente Fox, los había retado un empresario o algún otro político que no fuera de oposición.
Decir que la conferencia mañanera de la presidenta es la “marranera” llega a un punto en el que pronto veremos un quiebre indeseable. Lo mejor para el país sería que hubiera un buen acuerdo porque de poco serviría embargar las empresas o quitar las concesiones de TV Azteca y de Banco Azteca. Total Play, la empresa de telecomunicaciones, también depende de los permisos gubernamentales. Decenas de miles de trabajadores podrían perder su empleo y sería un golpe para la economía, además de un escándalo nacional.
Desde hace tiempo, la pregunta es: ¿por qué un empresario enfrentado al gobierno se atreve a hacer esos desplantes? Algunos fans de Salinas Pliego dicen que puede tener información de gran peso y usarla como moneda de cambio. Pero con todos los escándalos de funcionarios públicos como Adán Augusto López o Gerardo Fernández Noroña, nada pasa y la popularidad de la mandataria se mantiene.
¿Es un acto de valor libertario el espectáculo al estilo de Javier Milei, presidente de Argentina? ¿Debe preocupar a Morena la emergencia de un líder sin partido de oposición? La Arena de la Ciudad de México, propiedad del empresario, puede contar con plantas eléctricas de respaldo, porque si el gobierno de la CDMX o la CFE quisiera, podría haber cortado la luz o enviado grupos de choque para aguar la fiesta. Hubo respeto.
El evento no puede calificarse como una fiesta de aniversario, sino como un reto frontal al poder presidencial por parte de uno de los hombres más ricos del país, hoy convertido en líder opositor. Enfrente tiene a una presidenta que no se doblará. Incluso se decía que cualquier arreglo debería pasar por una disculpa pública a los funcionarios que insultó, como a la morenista Citlalli Hernández. Lo veremos pronto.
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