Perspectiva. El horizonte de los líderes
Visionario: “Que se adelanta a su tiempo o tiene visión de futuro”.
Real Academia Española
Si revisamos el pasado, los últimos líderes visionarios del país fueron Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. Gracias a la visión de Salinas hoy el país es el mayor socio comercial de Estados Unidos. México exporta el equivalente al 40% (más de medio billón de dólares) de su PIB gracias al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, hoy llamado T-MEC.
Durante su sexenio, a pesar de los errores finales, la economía creció un 25%, el campo se liberó del ejido, la banca regresó al sector privado y México se integró a la economía global. El mayor arrepentimiento de Salinas fue no haber privatizado Pemex y la CFE. Se quedó corto.
Zedillo vió el beneficio que tendría el país con una macroeconomía estable y con más acuerdos de libre comercio a tal grado que México es uno de los países más globalizados. Su buena administración permitió la primera transición económica en paz, con una economía que crecía al 7% en el 2000 y un 19% durante su sexenio. Gracias a su visión prudente, el país pudo controlar la inflación y seguir creciendo. Después llegó la mediocridad de cuatro sexenios. Incluso debemos a la miopía del PAN el no haber permitido la privatización de la CFE. Zedillo quería abrir el sector eléctrico y el PAN lo impidió. Horizonte corto de Felipe Calderón que era líder de ese partido.
En Guanajuato el horizonte de nuestros gobernantes ha sido muy pequeño. El punto brillante fue la atracción de inversiones de las grandes empresas automotrices. Un trabajo que en buena parte se debe a Héctor López Santillana y a Manuel Fernández. La obra de mayor trascendencia en los últimos años fue la construcción del Aeropuerto del Bajío, proyecto realizado por Rafael Corrales Ayala, el último gobernador del PRI.
Si recordamos los logros de los gobernadores panistas, el de Carlos Medina fue una legislación electoral para perfeccionar nuestra democracia. Vicente Fox se dedicó a la promoción de su campaña presidencial con gran éxito, pero se olvidó de gobernar o de ver la potencia del estado que tenía en sus manos. Fue visionario porque supo cómo sacar al PRI de los Pinos, pero lo de gobernar no fue su fuerte.
Juan Carlos Romero Hicks desbancó, a las malas, la candidatura de Eliseo Martínez Pérez, pero es bien considerado por su honestidad. No lo recordamos por tener empuje ejecutivo ni por siquiera traer agua a León cuando el PAN tenía la presidencia, la gubernatura de Guanajuato y la de Jalisco y la Federación rebosaba de dinero por el petróleo. Qué decir del famoso tren interurbano. Fox dijo que sería su primer proyecto pero luego se le olvidó. Este cuento merece reseña aparte porque es muestra de la incompetencia de quienes nunca tuvieron un horizonte claro de lo que es posible lograr.
El sexenio de Juan Manuel Oliva fue uno de tirar mucho dinero sin sentido. Al menos se perdieron 7 mil millones de pesos (unos 600 millones de dólares) en inversiones que nunca dieron fruto. Oliva apoyó el establecimiento de Mazda y de Honda, esos fueron sus puntos fuertes y dejó que López Santillana siguiera con su plan exitoso de atracción de inversiones.
Pero su sexenio fue miope, pequeñito en política y lleno de corrupción.
La Expo Bicentenario, la fallida refinería de Salamanca, el gasto inútil en el tren interurbano y el desorden en la administración marcaron la historia de Oliva.
Los dos últimos sexenios no se distinguen mucho por su horizonte, por su visión de futuro. Un ejemplo es el agua y el tren interurbano. Dos botones de muestra. (Continuará)
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